Colombia 2018: se acaba la inercia de las maquinarias
Así, la estructura mediática dominada por grandes capitales favorables a los intereses conservadores, ante la imposibilidad de abusar de los sondeos de opinión –vigilados por la autoridad electoral– desarrolló un sistema para pronosticar los resultados máximos y mínimos que podrían llegar a obtener los presidenciables.
En su pronóstico -realizado para Caracol Radio del Grupo PRISA- Cifras y Conceptos utiliza una combinación de opinión y estructura (maquinaria) en la que analizan las más recientes encuestas de firmas reconocidas y se estudian los resultados legislativos del pasado 11 de marzo junto con los movimientos políticos, para definir cómo afectaría la maquinaria electoral al porcentaje de votos que obtendrían los candidatos.
Modelo de Pronóstico
Fuente: Caracol Radioi
El objetivo del estudio es reposicionar a Germán Vargas Lleras en la carrera por la Presidencia y reducir el impacto de los sondeos de opinión pública que hacen ver a Petro como la figura que le disputaría al uribismo la segunda vuelta. En el modelo predictivo, la intención de voto de Vargas Lleras, que se ha mantenido entre el 6 y el 8% en los últimos sondeos de opinión, crece hasta a un máximo de 23,8%, inverosímil para cualquier lector que no esté prevenido. Un resultado que implicaría, según señala el analista político Miguel Ceballos, “pasar de 1 millón 440 mil votos a 4 millones 300 mil votos, aproximadamente”.ii
El modelo predictivo, que estira al máximo las posibilidades electorales del candidato Vargas Lleras -que arrastra la pesada carga del desgaste del Gobierno Santos, la mala imagen que se ha granjeado a sí mismo a punta de polémicas como el maltrato a sus trabajadores y los desafortunados vínculos con los clanes políticos más corruptos del país– es parte de una estrategia consistente no sólo en condicionar el voto de opinión (un objetivo que probablemente no llegue a conseguir) sino, fundamentalmente, en mantener aceitada a su maquinaria.
Clientelismo y violencia en Colombia
Las maquinarias políticas son redes de organización de votantes creadas, generalmente, por los partidos políticos para cooptar el voto a a través del traslado de votantes, compra de votos y clientelismo político. La manipulación del voto se hace a través de líderes territoriales o barriales que se encargan de recoger una lista de votantes que, posteriormente, serán parte de cúmulo de votos que aportará cada candidato a la campaña.
En el caso de las elecciones presidenciales hay una dificultad añadida para los candidatos, y es la capacidad del control en el nivel territorial, dado que dichas maquinarias, en general, son movidas por cacicazgos regionales cuya movilización dependerá de qué tan engrasada tenga la maquinaria el candidato de turno. Así, este relacionamiento no sólo depende del dinero de cada campaña sino que, además, se ve condicionado por la cercanía entre los liderazgos regionales y los presidenciables, pero, sobre todo, por las posibilidades de éxito de los candidatos.
Es innegable que el ex vicepresidente Vargas Lleras fue quien más hizo por cultivar una estructura de apoyo territorial durante su paso por el Gobierno. Como resultado, Vargas Lleras tiene el apoyo de las 55 maquinariasiiimás grandes del país (aunque en ellas se incluyen 23 liderazgos políticos condenados o con alguna investigación formal). Entre los condenados hay seis personas vinculadas al paramilitarismo, uno por homicidio y uno más por corrupción. Por su parte, Iván Duque también es heredero de familias políticas relacionadas con la corrupción y el paramilitarismo,iv un accionar que refleja características comunes en la configuración de apoyos territoriales para las derechas.
Las formas de fraude electoral que se llevan a cabo con el apoyo y participación de estas estructuras se relacionan también con el accionar violento de actores armados, fundamentalmente paramilitares, que desde finales de los años 90 se convirtieron en un factor determinante en la contienda electoral. Estos actores ejecutaron durante muchos años una estructura de violencia hacia la ciudadanía y liderazgos independientes, con el acompañamiento y aval de los cacicazgos regionales de la derecha, muchos de los cuales fueron fundamentales en las elecciones ganadas por el uribismo en 2002, 2006 y 2010 y resultaron posteriormente condenados por su relación por el paramilitarismo en el conocido escándalo de la llamada ‘Parapolítica’.
En la actualidad, las maquinarias violentas siguen manifestándose en buena parte de los municipios del país. Según la Defensoría del Pueblo, un cuarto del país tiene amenazas y constricciones que impiden a la gente salir a votar libremente. Los departamentos más afectados son Arauca, Meta, Guaviare, Chocó y Antioquia. Se identificó algún tipo de riesgo electoral en 287 municipios (en 29 departamentos) donde hay peligro por la posible incidencia e intervención de un grupo armado ilegal para las elecciones de Congreso y Presidencia. De estos 287 municipios, un total de 87 están calificados en riesgo extremo (13 departamentos); 91 en riesgo alto (18 departamentos) y 109 en riesgo medio (22 departamentos). v
¿Cuánto han influido las maquinarias en Colombia?
Ahora bien, analicemos la correlación entre las encuestas de opinión y el voto efectivo del electorado en las últimas elecciones. En los comicios presidenciales de 2010 la tendencia de opinión del electorado, durante el mes de mayo, se orientó a una polarización entre el Partido de la U y el Partido Verde. Esto se modificó recién en el mes de junio, cuando Santos tomó la delantera. El resultado final aventajó al entonces candidato del uribismo entre 7 y 21 puntos más de lo previsto por las encuestadoras. Por su parte, Cambio Radical obtuvo el doble de votos que su mejor pronóstico.
Fuente: Elaboración propia en base a encuestas difundidas y datos oficiales de Registraduría.
En el balotaje ocurrió algo similar: las encuestas de opinión encontraron un voto reñido -aunque con ventajas para Mockus-, sin embargo, la tendencia volvió a cambiar nuevamente en los sondeos realizados desde junio, el mes en que se realizaron los comicios de 2010.
Fuente: Elaboración propia en base a encuestas difundidas y datos oficiales de Registraduría.
En las últimas elecciones de 2014 la mayoría de los sondeos de opinión aventajaron al candidato oficialista, Juan Manuel Santos –en fórmula presidencial Germán Vargas Lleras– en primera vuelta. El resultado cambió a mediados de mayo, diez días antes de celebrarse los comicios, favoreciendo al candidato del Centro Democrático.
Fuente: Elaboración propia en base a encuestas difundidas y datos oficiales de Registraduría.
El balotaje de 2014 podría resumirse como una contienda entre dos grandes facciones herederas del uribismo. El resultado fue parejo y el vencedor fue el oficialismo, que resultó reelecto gracias al apoyo de un sector del Partido Liberal -otrora uribista y devenido santista-.
Fuente: Elaboración propia en base a encuestas difundidas y datos oficiales de Registraduría.
A modo de conclusión
Las mediciones demoscópicas en Colombia no suelen acertar por el efecto de una maquinaria sobrevalorada por la opinión pública. La incidencia del voto clientelar, al tratarse de prácticas ilícitas, es difícil de estimar. Asimismo, el comportamiento de las maquinarias no es lineal, sino que se adecúa a cada contexto. En principio, no alcanza para “dejar fuera de juego” a una opción de cambio en primera vuelta, aunque logre cierto caudal de votos extra a último momento.
Hasta ahora los escenarios reafirmaban la hipótesis del politólogo Yann Basset, quien achacaba la manutención de las maquinarias a la mediocridad de los políticos alternativosvi, sumada a la falta de credibilidad en el sistema democrático, en los liderazgos políticos y en la transparencia del proceso. Estas elecciones pueden ser, sin embargo, la ruptura de la regla: la posibilidad de que una alternativa política capaz de articular a un electorado cansado de la corrupción y la violencia llegue al poder, se aleja de la utopía y se empieza a expresar de forma realista en enormes movilizaciones callejeras –pocas veces vistas– en todos los rincones del país. En Colombia se acaba el tiempo de la inercia y comienza el tiempo del cambio. Un cambio incontenible que ni las estratagemas más artificiosas de la vieja derecha podrán contener.