“Dalí, vigencia sin fin” nueva biografía escrita por Josep Playà

“Si no fuera por el Dalí polifacético, no sería el personaje que es”, aseguraba ayer el periodista de La Vanguardia Josep Playà para hacer entender que lo que marca la diferencia de Salvador Dalí con otros artistas cuyas obras hoy en día son mucho más cotizadas en las casas de subastas era su gran capacidad de “tocar tantas teclas” y hacerlo bien. Porque Dalí más allá de pintor también era escritor, escenógrafo, cineasta, fotógrafo, diseñador, performer, participó en anuncios televisivos (de camisas y de chocolate, entre otros) en programas de televisión… y antes que muchos otros artistas supo captar la importancia de los medios de comunicación para darse a conocer él y su obra. “A diferencia de otros artistas que eran muy críticos entonces con la cultura de masas, Dalí solía decir ‘Dios nuestro señor, dadnos una televisión al día’”, explica Playà, que ha puesto al día el mundo del genio en el libroDalí esencial. El gran provocador del siglo XX(Libros de Vanguardia) donde reivindica la vigencia el personaje y aporta detalles inéditos sobre su biografía, sus prácticas artísticas o interioridades sobre la que fue su última gran obra, el Teatre-Museu Dalí de Figueres, inaugurado en 1974.

Precisamente, el mágico espacio que hay entre la cúpula geodésica y la tumba donde está enterrado el genio fue escenario ayer por la ­tarde de la presentación del libro de Josep Playà a la que asistieron, entre otros, el presidente de la Fundación Dalí, Jordi Mercader, y pa­tronos de la institución como Javier Godó, conde de Godó y presidente editor de La Vanguardia; la direc­tora de la editorial Libros de Vanguardia, Ana Godó, y el director del rotativo, Màrius Carol –gran ­conocedor de la obra daliniana–, que conversó con Playà acerca del artista. “Dalí no es sólo un pintor, fue un hombre orquesta y un icono que no tuvo ningún pudor en formar parte del imaginario colectivo”, afirmó Carol.

Hizo llevar un caballo disecado al Ritz y lanzó langostinos al público de una plaza de toros

Ambos hablaron de la gran capacidad de provocación y de exhibicionismo del genio hasta casi el final de su vida. En este sentido, Playà recordó que en uno de los primeros viajes que realizó a Estados Unidos bajó del barco con un enorme pan que había encargado al panadero de la embarcación, acción con la cual consiguió que todos los periodistas que esperaban la llegada del barco se interesaran por aquel personaje.

El libro otorga un capítulo relevante a las performances, que Dalí empezó a crear en las décadas de los años treinta y cuarenta, y que fueron “mal vistas” por la prensa y la crítica, que evitaba considerarlas acciones artísticas. Playà cita en su obra una treintena de estos happenings realizados sólo en Catalunya y, entre otros, ayer recordó el del ­caballo blanco disecado –expuesto hoy en Púbol– que hizo trasladar al hotel Ritz de Barcelona en 1971, hasta una suite del quinto piso, o el de la III Fiesta del Langostino de Vinaròs, a la que fue invitado para dar el pregón, donde hizo sobre­volar un helicóptero sobre la plaza de toros donde tenía lugar el acto vaciando sobre los espectadores ­varias cajas con 50 kilos de langos­tinos. “Sabía hacer llegar ideas a la gente a través del espectáculo”, ­explicó Playà, que siguió como ­periodista los últimos años del genio, de quien dijo que se distanció de la política a raíz de la Guerra Civil, cuando perdió a amigos de los dos bandos.

El libro, que trata también la relación de Dalí con el franquismo y el catalanismo y su legado, concluye con un capítulo que aborda la veintena de obras perdidas del genio ampurdanés, muchas desaparecidas durante la Segunda Guerra Mundial, que Playà recrea en “una exposición imposible”, entre las que se encuentran La miel es más dulce que la sangre, entre otras.

La directora de los Museus Dalí, Montse Aguer, elogió la obra de Playà y auguró que “Dalí será vigente siempre por la gran capacidad de anticipación que tenía”.