Champions League. El Barça elimina al Chelsea a una actuación magistral de MESSI, llegando a 100 goles, en el torneo europeo
El astro argentino anota un doblete que le convierte en centenario de la máxima competición continental, necesitado menos partidos que Cristiano para alcanzar esta cifra: 123
Diez días sin sentir el calor del balón son un infierno para quien domina este deporte desde la devoción al juego. En su retorno al césped, Messi reclamó los focos que le pertenecen con una nueva actuación memorable, para ‘marcarse’ un solo de los que hacen época ante uno de sus enemigos históricos. El Chelsea, que tanto que le hizo penar en el pasado, era la víctima propicia. Y ello pese a que esta noche supuso un rival tan incómodo y peligroso como se presumía para el Barça. Pero fue en vano todo el empuje de los de Conte, Leo dominó el escenario con una solvencia extraterrestre. Dos goles y una asistencia a Dembelé conducen sin discusiones a los de Valverde a cuartos de final.
Valverde huyó de la superficialidad y buscó ser incisivo desde el inicio con un once valiente y propositivo. Si algún día tenía que poner a los que, al menos por precio, son los mejores, ese partido era este. Pero el guión varió con tanta rapidez que el Barça no necesitó vivir de su fútbol. Cuando uno dispone de Messi en estado de excepcionalidad solo es necesario acompañarle con buenos fundamentos.
El Barça no necesitó vivir de su fútbol. Tenía a Messi
Dos minutos tardó el argentino en dejar sin aliento al público con un gol inverosímil en el que pareció hipnotizar a Courtois. A los veinte fabricó una jugada galáctica para marcharse de tres contrarios y asistir a Dembelé. Y, cuando sufría el Barça en el segundo tiempo, volvió a aparecer con un desequilibrio sobrenatural para batir al portero belga de nuevo con un túnel.
Messi fue a lo suyo. y fue tal su desequilibrio en el inicio que pareció frustrar los planes de ambos entrenadores. Y la estrategia de Valverde de buscar el dominio se vio condicionada. Fue por ello que el Barça concedió más de lo esperado y fue incapaz de gobernar a sus anchas. El gol lo había transformado todo. Las estrategias de ambos equipos habían saltado por los aires. Al Chelsea le entraron las prisas demasiado pronto. Acudían al Camp Nou los británicos a ver los minutos pasar hasta aprovechar el error rival, pero el argentino les obligó a abandonar la cueva.
El paso adelante de los ingleses fue intimidatorio. La primera aproximación de Hazard provocó el caos. Willian se descolgaba con facilidad y el área del Barça parecía terreno fértil para el cultivo. Los azulgranas no acertaban en la presión y las salidas en tromba de los de Conte eran tan peligrosas como muchos temían.
Pero el Camp Nou era terreno vedado para los rivales esta noche. Un coto de caza en el que Messi casi siempre alcanza a su presa. En el segundo gol volvió a realizar una de esas obras maestras que solo se le ocurren a él. Birló el balón a Cesc en la medular y en carrera superó a dos rivales con sendos toques sutiles y precisos. Después cambió la orientación del juego para que Dembelé definiese si era un jugador válido para este equipo.
Muchos otros en su lugar habían fallado. No en este caso Dembelé, que controló y soltó un derechazo para batir a Courtois y hacer el 2-0. Si el francés necesitaba confianza, de golpe se encontró con un bidón lleno. Elogiado tras el partido ante el Málaga, precisaba todavía de un refuerzo en un partido de verdad. El posterior abrazo de Leo significó una especie de bautismo para el francés. La aprobación del argentino parecía más importante incluso que el gol.
El segundo gol liberó al Barça de las prudencias que tenían. Sin presión, surgió el talento más a menudo. Iniesta empezó a trabajar más a gusto en la medular. La participación del manchego esta temporada suena a esos últimos y delicados sorbos de una de las botellas más lujosas abiertas jamás en el Camp Nou. En esta ocasión no pudo ser tan exquisito como en otras ocasiones por las molestias que casi le impiden jugar.