Elecciones en el Reino Unido. Victoria abrumadora de Johnson

“Al número 10 de Downing Street llegó un taxi vacío –escribió en sus memorias Winston Churchill, que detestaba y despreciaba intelectualmente al rival laborista que le arrebató el poder después de la guerra–, y de él se bajó Clement Attlee”. Ayer no llegó a la residencia oficial del primer ministro británico un camión de mudanzas para llevarse los muebles, cosa que habría ocurrido si Johnson hubiese perdido, sino una furgoneta para recoger tres cestas de Navidad. La primera, con turrones, almendras garrapiñadas y frutas escarchadas, para Nigel Farage. La segunda, con latas de conserva de primera calidad, naranjas y bombones, para la líder liberal Jo Swinson. Y la tercera, con angulas, un jamón pata negra y una botella de Dom Pérignon, para su gran salvador, Jeremy Corbyn.

Una encuesta muy fiable al cierre de urnas pronosticó una mayoría absoluta tory de 368 escaños, la mayor desde los tiempos de Margaret Thatcher, mientras que el Labour se hundía (191 escaños) en el mayor abismo electoral de los tiempos modernos. Los nacionalistas escoceses del SNP habrían obtenido 55 escaños (20 más de los que tenían), y los liberales se quedarían estancados en 13, un capital muy decepcionante. El panorama quedaría completado con tres representantes del Plaid Cymru galés, uno verde y 19 independientes.

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Conservatives set to win majority in UK general election, according to exit poll for BBC, ITV and Sky#BBCElection https://bbc.in/2sjT4Wk 

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6.80317:00 – 12 dic. 2019Información y privacidad de Twitter Ads6.780 personas están hablando de esto

Johnson, considerado por la mayoría de los británicos un líder pobre, un cantamañanas y en general persona de poco fiar, ha sido reivindicado en su decisión de acudir a las urnas y tiene vía libre para sacar al país de la UE el 31 de enero. Pero si sigue durmiendo hoy en el número 10 con su novia, Carrie Symonds, es gracias a la ineptitud total y absoluta de sus enemigos, y en especial de Corbyn (y también a los votantes laboristas del norte de Inglaterra que se sienten marginados). Es fácil hacer de entrenador la mañana después del partido, pero muchos analistas de todas las tendencias llevan mucho tiempo diciendo que si el Labour hubiera tenido cualquier otro líder en esta encrucijada fundamental de la historia británica, ni habría Brexit ni Johnson habría ganado las elecciones ayer. Así son las cosas.

Boris Johnson ya tiene el mandato que deseaba para sacar al país de la UE el 31 de enero

Farage, Swinson y Corbyn han sido los tres pilares de la victoria de los conservadores, partido camaleónico que es una de las grandes fuerzas políticas europeas y casi siempre suele adaptarse a los acontecimientos. Ahora lleva ya nueve años en el poder, por lo general hora de que el electorado pida un relevo, pero ha encontrado en el Brexit un filón para renovarse en la línea populista de Trump, Modi, Orbán, Bolsonaro, Salvini o Le Pen, y ganar entre las clases trabajadoras los apoyos que ha perdido entre los jóvenes y las clases medias. No es una gran fórmula de futuro, pero hoy funciona.

Nigel Farage echó un cable fundamental a Johnson nada más iniciarse la campaña, al decidir no presentar candidatos en ninguna circunscripción cuyo titular fuese un tory, y de esa manera permitir la consolidación del voto antieuropeo en torno a la figura conflictiva del premier. La líder liberal Jo Swinson le ha ayudado de manera decisiva aunque involuntaria, al cometer dos errores de bulto: presentarse como una ganadora potencial (cuando su partido sólo tenía 21 escaños al convocarse las elecciones) y proclamar que revocaría la decisión de abandonar la UE sin necesidad de un segundo referéndum (idea demasiado radical y poco democrática para la mayoría). Y Jeremy Corbyn… Bueno, sobre los errores de Corbyn no habría que escribir una crónica periodística sino un libro: tolerancia del antisemitismo dentro del partido, incapacidad de explotar los puntos débiles de su rival, indecisión sobre el Brexit, repetición monótona y poco natural de los mismos eslóganes, promesa de un nirvana económico que los ciudadanos no han creído posible sin un aumento estratosférico de los impuestos, falta de carisma…

El Labour se hunde en un abismo electoral, su peor resultado desde que Foot era su líder

Los británicos no votaban en invierno desde hace casi un siglo, y ayer lo hicieron en un día infernal, con lluvia en la mayoría del país y oscuridad total a las 3.30 de la tarde en buena parte de Escocia, condiciones ideales para quedarse en casa en vez de apoyar al candidato menos malo. Aun así, los primeros indicios son de que el porcentaje de participación fue bastante alto, similar al de las elecciones del 2015, que ganó Cameron. Boris Johnson fue a las urnas en compañía de su perrito Dilyn, y Jeremy Corbyn lo hizo en el norte de Londres, aprovechando para hacer un último llamamiento al “cambio de verdad”. Una cuarta parte del electorado llegó al último día todavía indecisa. Los colegios electorales abrieron a las siete de la mañana y cerraron a las diez de la noche, cuando fueron anunciados los resultados de la encuesta conjunta a pie de urna de las cadenas de televisión BBC, ITV y Sky News. Fue el comienzo de una larga velada, con perdedores de postín y ganadores inesperados, como siempre ocurre. Las primeras circunscripciones proclamaron oficialmente su ganador a la una de la madrugada, las de Irlanda del Norte no lo harán hasta hoy por la tarde.

Los primeros análisis indican que más de un setenta por ciento de quienes votaron en el 2016 a favor del Brexit ayer lo hicieron por Johnson, y un 85% de quienes apoyaron a Theresa May hace dos años se mantuvieron también fieles, mientras que Corbyn sólo conservó un 79% de sus seguidores en el 2017; en un desafío a la tradición, el respaldo a los conservadores se extendió a través de todas las clases sociales, incluidas las trabajadoras, lo cual les ha permitido penetrar en tradicionales bastiones laboristas del norte de Inglaterra.

Boris ya tiene el mandato que anhelaba, y el Reino Unido tiene un pie y medio fuera de la UE.

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