Julio César Cortes presidente de la FUN, 1964
Queremos hacer uh homenaje a la FUN de los sesenta de donde retomamos el legado de lucha de los estudiantes colombianos, siendo esta experiencia organizativa uno de los hitos del movimiento estudiantil colombiano hasta el día de hoy. Gracias al aporte de una de nuestras compañeras de lucha, compartimos una entrevista con la hermana de Julio César Cortés, dirigente estudiantil de la FUN en los sesenta
PARTE I:
PARTE II:
Julio César murió en la guerrilla del Eln en 1968, lo mismo que su compañero Hermías Ruiz, también médico, el otro director del periódico Bisturí que publicaban en la Universidad Nacional.
Julio César Cortés, presidente de la Federación Universitaria Nacional-FUN, médico, codirector del periódico Bisturí, me entregó copia de esta carta escrita a su cuñado, también médico. Esta carta, hasta hoy, es inédita.
“Diciembre 7 de 1965. “Julio R.
“Puesto que tú y Leíto son hace mucho un solo ser, lo que digo en mi carta es también para ti. Pero quiero pedirte, al médico, al hombre joven, que intentes comprender más de cerca mi actitud. Tú sabes tanto como yo cómo se resolverían los problemas de la desnutrición, de la TBC, del paludismo, de todas las endemias de las cuales se nutre nuestra medicina. Tú sabes que muchas de ellas son sólo consecuencia de problemas sociales y económicos, mucho más que fruto de una situación estrictamente médica. Tú sabes que muchos de nuestros pacientes jamás llegarían al hospital, y menos al cementerio, si sobre ellos se hubiera ejercido previamente una adecuada medicina preventiva. Pero tú sabes por qué razones no se hace esa medicina. Tú sabes, por consiguiente, que la mejor manera de hacer medicina, sería, por consiguiente, controlando desde el poder los dineros públicos, solucionando los problemas sociales y económicos que causan la desnutrición, el parasitismo, etcétera, etcétera. Pues, bien: llegó un punto en el cual yo decidí que no podía engañarme a mí mismo.
Quiero hacer medicina, quiero curar, quiero terminar con las enfermedades, pero he llegado a comprender que sólo puedo hacerlo de una manera: transformándome en revolucionario de tiempo completo. Esa es una respuesta estrictamente lógica. Practicarla requiere, sin embargo, una alta dosis de pasión y desprendimiento. Yo intento conseguirlos. En esa lucha se producen choques inevitables con muchas gentes, incluyendo la propia familia. Sólo si alguien puede llevar a estas personas a un convencimiento racional de que la decisión no es absurda, su desesperación va a ser grande. Creerán que yo y los que actúen como yo estamos locos. O que somos unos irresponsables. O despiadados. O criminales. Tú sabrás que no, pero eso no bastará. Para que nuestros seres queridos no sufran, será necesario que algunas personas como tú, que no llevan al extremo el compromiso, pero lo comprenden, aboguen por nosotros.
“Es lo único que te pido. Será la gran ayuda que puedas tú prestarme. Si mi lucha me obliga a apartarme de mi familia, quiero que tú llenes el vacío que dejo. De hecho, te portas como hijo de mi madre, pero sé que ella va a necesitar de todo tu afecto. Me tranquiliza muchísimo saber que tu cariño por Leonor se traduce también en cariño hacia mi madre. Y no lamento ‘incomodarte’ porque sé que no es la palabra adecuada. Las cosas que se hacen con amor ni ‘incomodan’ ni deben agradecerse.
“Para nuestra patria se avecinan días duros –por eso te hablo este lenguaje–, y sé que algún día volveremos a vernos cumpliendo juntos con nuestro deber. Hasta entonces, te abrazo como a un hermano.
“Julio César Cortés”