A 2.017, las llamadas empresas B que, han tenido un explosivo crecimiento en América Latina, facturan más de US$5.000 millones anuales y emplean a 20.000 trabajadores
TriCiclos es la primera empresa B certificada en América Latina. Se dedica al reciclaje, tiene ventas anuales de US$5.5 millones y crece a una tasa de 200% cada año.
“Somos una empresa de economía circular aplicada. Eso quiere decir que, en vez de extraer, producir, consumir, y descartar -que es el modelo lineal-, generamos modelos circulares donde cada material técnico y orgánico puede estar girando permanentemente dentro del sistema económico”, dice Gonzalo Muñoz, cofundador de la compañía y de la organización B Lab en Estados Unidos.
“No podemos generar residuos y contaminación de forma infinita. Tenemos que migrar hacia modelos donde el producto esté bien pensado, el sistema de consumo se haga cargo de los efectos negativos y los mecanismos de recolección de residuos apunten a la sostenibilidad”.
Tal como lo hace TriCiclos, las B combinan la rentabilidad económica con la solución de problemas sociales y ambientales.
Empresas B en América Latina:
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94 Chile
- 76 Brasil
- 45 Argentina
- 36 Colombia
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13 México
Han pasado cinco años desde la primera certificación regional. Hoy existen 307 empresas B en Latinoamérica. Pertenecen a todos los sectores económicos, facturan aproximadamente US$5.000 millones anuales y emplean a un total de casi 20.000 trabajadores, según el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
El también llamado “Movimiento B” (entendido como un paradigma del éxito empresarial alternativo) nació en Estados Unidos con la empresa de helados Ben & Jerry’s a fines de los años 70. De ahí en adelante la práctica se fue extendiendo en el país, hasta que el año 2006 se fundó B Lab, una organización sin fines de lucro que certifica mundialmente a las empresas B.
Compra uno y regala otro
En pleno invierno, cuando llegan las heladas, la temperatura puede bajar hasta los 25 grados bajo cero en las zonas alto-andinas de Perú. A tres hermanos, que hacían montañismo y que conocían las comunidades que ahí habitan, se les ocurrió crear una empresa que les permitiera abrigar a los niños y emprender un negocio rentable.
Crearon la marca de ropa de abrigo Höseg. Siguiendo el modelo de negocios conocido en inglés como buy one give one (compra uno y regala otro), abrieron una compañía donde la compra de un producto genera la donación de una chaqueta a un chico en una comunidad rural.
Hoy la empresa tiene ventas anuales de US$200 mil y le ha dado abrigos a unos 5.000 niños de 0 a 12 años.
“Somos una empresa social que fomenta el consumo consecuente y entrega soluciones para esparcir calor”, dice Ian Sznak, cofundador de Höseg y director ejecutivo de Sistema B en Perú.
Sznak cree que gran parte de los consumidores son aspiracionales y, al mismo tiempo, quieren que la marca tenga algún propósito. Por eso decidieron apostar por el “consumo consecuente o responsable”, un concepto que genera satisfacción en el que compra y un impacto social directo.
Los nuevos líderes empresariales
Mercedes Botero, directora de Innovación Social de CAF, dice que el crecimiento de las empresas B en la región ha sido exponencial y que las proyecciones son alentadoras.
“Estamos trabajando con una red de académicos de más de 60 universidades latinoamericanas en la Academia B con el objetivo de formar líderes empresariales que emprendan proyectos bajo este nuevo paradigma”.
La empresa Höseg confecciona ropa de abrigo con un singular modelo de negocio.
La Academia B está desarrollando proyectos con escuelas de negocios y con el sector privado. También está acumulando evidencia empírica que permita medir el impacto positivo de estas empresas en temas como medioambiente e inclusión social.
En el mundo existen 2.240 empresas B, según datos disponibles hasta septiembre de este año. Algunas son Natura, Danone España, Ben & Jerry’s y Patagonia.
“En Perú, si superponemos el mapa de la pobreza con el mapa del frío, verás que coinciden. Por eso nos pareció que hacer que los clientes compren una chaqueta y al mismo tiempo abriguen a un niño, era una solución rápida, efectiva y rentable”, dice Ian Sznak, quien ha convertido su empresa textil en una fuente de desarrollo local.