María Magdalena, ” la apóstol de los apóstoles”. Se verá así en Caracol Tv de Colombia, a partir de hoy?
Ni Cervantes, ni Erasmo, ni Teresa de Ávila, ni Nikos Kazantzakis, ni José Saramago, ni Pedro Miguel Lamet, por citar escritores serios, le faltaron al respeto a María, la de Magdala, un pueblecito junto al lago de Galilea, la Magdalena, cuando imaginaron a la mujer más citada en los Evangelios, por delante de la madre María.
En 2016, el papa Francisco resalta el papel especial de María Magdalena como primera testigo que vio al Resucitado y primera mensajera que anunció a los apóstoles la resurrección del Señor. La Iglesia, hoy en día, prosigue resaltando esta importancia – manifestada en el compromiso de una nueva evangelización -y quiere acoger sin distinción, hombres y mujeres de cualquier raza, pueblo, lengua y nación,para anunciarles la buena noticia del evangelio de Jesucristo, acompañarlos en su peregrinación terrena y ofrecerles las maravillas de la salvación de Dios. Santa María Magdalena es un ejemplo de evangelización verdadera y auténtica, es decir, una evangelista que anuncia el gozoso mensaje central de Pascua!.
“El Santo Padre Francisco ha tomado esta decisión precisamente en el contexto del Jubileo de la Misericordia para destacar la importancia de esta mujer que mostró un gran amor por Cristo y fue muy querida por Cristo, como afirman hablando de ella Rabano Mauro ( “dilectrix Christi et Christo plurimum dilecta”: De vita beate Mariae magdalenae, Prologus) y San Anselmo de Canterbury ( “electa dilectrix et dilecta Electrix Dei», Oratio a LXXIII Sanctam Mariam Magdalenam).
Es cierto que la tradición cristiana en Occidente, sobre todo después de San Gregorio Magno -señala el prelado- identifica en la misma persona a María de Magdala, la mujer que derramó perfume en la casa de Simón el fariseo, y a la hermana de Lázaro y Marta. Esta interpretación continuó y tuvo influencia en los autores eclesiásticos occidentales, en el arte cristiano y en los textos litúrgicos relacionados con la santa. Los bolandistas expusieron ampliamente el problema de la identificación de las tres mujeres y prepararon el camino para la reforma litúrgica del calendario romano. Con la actuación de la reforma, los textos del Misal Romano, de la Liturgia de las Horas y del Martirologio Romano se refieren a María de Magdala. Es seguro que María Magdalena formaba parte del grupo de los discípulos de Jesús, que lo siguió hasta el pie de la cruz y, que en el huerto donde se encontraba la tumba, fue la primera “”testis divinae misericordiae”, como afirma san Gregorio Magno. El Evangelio de Juan dice que María Magdalena lloraba porque no había encontrado el cuerpo del Señor y Jesús tuvo misericordia de ella haciéndose reconocer como Maestro y transformando sus lágrimas en alegría pascual”.
“Por una parte -afirma- tuvo el honor de ser el “el primer testigo” de la resurrección del Señor, la primera en ver la tumba vacía y la primera en escuchar la verdad de su resurrección. Cristo tiene una consideración y una compasión especial por esta mujer, que manifiesta su amor por él, buscándolo en el huerto con angustia y sufrimiento, con “lágrimas humilitatis”, como dice San Anselmo. En este sentido, me gustaría señalar el contraste entre las dos mujeres presentes en el jardín del paraíso, y en el jardín de la resurrección. La primera difundió la muerte allí donde había vida; la segundo anunció la Vida desde un sepulcro, un lugar de muerte… Además, en el jardín de la resurrección es donde el Señor dice a María Magdalena: “Noli me tangere”. Es una invitación no sólo a María, sino también a toda la Iglesia, a entrar en una experiencia de fe que sobrepasa todo apropiación materialista y comprensión humana del misterio divino. ¡Tiene un alcance eclesial! Es una buena lección para todos los discípulos de Jesús: no buscar seguridades humanas ni títulos mundanos sino la fe en Cristo vivo y resucitado”.
“Precisamente porque fue testigo ocular de Cristo resucitado fue también, por otra parte, la primera en dar testimonio delante de los apóstoles. Cumplió con el mandato del Resucitado: “Vé donde mis hermanos y diles: “… María de Magdala fue a anunciar a los discípulos: ” He visto al Señor “y “lo que El le había dicho”. De este modo se convierte, como ya se ha señalado, en evangelista, es decir, en mensajera que anuncia la buena nueva de la resurrección del Señor; o como decían Rabano Mauro y Santo Tomás de Aquino, en “apóstola de los apóstoles”, porque anunció a los apóstoles aquello que, a su vez, ellos anunciarán a todo el mundo. Con razón el Doctor Angélico utiliza este término aplicándolo a María Magdalena: es un testigo de Cristo resucitado y anuncia el mensaje de la resurrección del Señor, al igual que los otros apóstoles. Por lo tanto –finaliza mons. Roche- es justo que la celebración litúrgica de esta mujer tenga el mismo grado de festividad que se da a la celebración de los apóstoles en el calendario romano general y que se resalte la misión especial de una mujer, que es ejemplo y modelo para todas las mujeres de la Iglesia”.
Entre todos, han forzado al Vaticano a rectificar los infundios sobre la Magdalena, a remolque también de los movimientos feministas. Desde junio de 2016 es santa en el calendario romano con el nombre de Santa María Magdalena. Lo acordó la Pontificia Congregación para el Culto Divino por deseo del papa Francisco. Su fiesta litúrgica es el 22 de julio de cada año, para “ensalzar la importancia de esta mujer que mostró un gran amor a Cristo y que fue tan amada por Cristo, y para resaltar la especial misión de esta mujer, ejemplo y modelo para toda mujer en la Iglesia”.
“Algunos dijeron que Jesús había expulsado siete demonios de mis entrañas, pero tampoco eso es verdad. Lo que Jesús hizo, sí, fue despertar los siete ángeles que dormían dentro de mi alma esperando a que él viniera a pedirme socorro: Ayúdame”, escribió Saramago como epílogo a una de sus grandes libros, El evangelio según Jesucristo, de 1991. El griego Kazantzakis había publicado muchos años antes, en 1953, una de esas novelas que merecen un Nobel. La tituló La última tentación de Cristo. Cuando en 1988, Martin Scorsese la llevó al cine, con el mismo título, decenas de miles de católicos integristas intentaron boicotearla manifestándose con gran estruendo ante los locales donde se exhibía. Incluso acudieron a los tribunales acusando al director de “ultraje a la religión”. También expresaron su irritación incontables obispos, escandalizados por unas escenas en las que se veía a Jesús pasando la noche en la cama de Magdalena, siguiendo el bello relato de Kazantzakis. El papel de Jesús lo interpretaba Willem Dafoe, María Magdalena era Barbara Hershey.
La literatura y el cine se han ocupado mil veces de la figura de la Magdalena en las muchas versiones que se han escrito o realizado sobre la vida de Jesús. El francés Jean-Luc Godard causó gran revuelo con Je vous salue Marie, de 1985, y también la corrosiva La vida de Brian (1979) de los Monty Python. El ateo Pier Paolo Pasolini rodó en 1964 El evangelio según san Mateo, según el Vaticano la mejor película sobre su fundador, en la que los protagonistas eran algunos de los familiares o amigos del director, gran parte comunistas como él: su madre hacía de María; el hermano y sobrino de Elsa Morante, la esposa de Alberto Moravia, interpretaban a José y Juan; el poeta marxista Alfonso Gatto era Andrés; el filósofo Giorgio Agamben, Felipe, y la escritora Natalia Ginzburg hizo de María de Betania.
La última película sobre la Magdalena bíblica se ve estas semanas en las pantallas españoles, dirigida por el australiano Garth Davis, con el títuloMaría Magdalena, Rooney Mara como Magdalena y Joaquin Phoenix en el papel de Jesús. No es una película de Semana Santa, al estilo de Rey de reyes o Los diez mandamientos. Se presenta a una Magdalena de prestigio y, en contra de los tiempos del nacionalcatolicismo, no se atiene al tópico cine bíblico que gustaba a los jerarcas eclesiásticos para estas fechas, censura mediante, al estilo Cecil B. DeMille en Rey de Reyes(1927), donde una prostituta del mismo nombre se convertía en rica cortesana sobre un carro tirado por cebras. El último éxito lo protagonizó el buenismo del exitoso Jesucristo Superstar, que en España cantaron en 1973, angelicalmente, Camilo Sesto como Jesucristo y Ángela Carrasco como María Magdalena.
¿Cuándo perdió el papel que tuvo María Magdalena al lado de Jesús y en las primeras décadas de la secta judía finalmente convertida en Iglesia? ¿Por qué se torció su buen nombre en una Iglesia que en sus primeros pasos fue sobre todo una iglesia de mujeres? Los católicos poco enterados se sorprenden todavía cuando, sin mayores explicaciones, ven elevada a los altares e idealizada como “la apóstol de los apóstoles” a quien aún consideran prostituta o un demonio de vicios.
“Aquélla a quien el evangelista Lucas llama la mujer pecadora es la María de la cual son expulsados los siete demonios, y qué significan esos siete demonios, si no todos los vicios”, proclamó el falsario y calumniador papa Gregorio Magno, en el año 591. Tomen nota del adjetivo. El Magno. Solo otros dos pontífices romanos han merecido ese título, entre los 266 que, según una historia muy discutida, se han sentado en la silla de Pedro. Como suele decirse, si el prior opina eso de Magdalena, qué no pensará la comunidad. En la memoria cristiana perduran opiniones de este tipo: “El marido ama a la mujer porque es su esposa, pero la odia porque es mujer” (San Agustín). O “la mujer es una burra tozuda, un gusano terrible en el corazón del hombre, hija de la mentira, centinela del infierno” (San Juan Damasceno). O la opinión de Santo Tomás de Aquino, “el doctor angélico” del que beben los obispos cuando están perdidos: “La mujer es un varón equivocado y fracasado”.
Fue el apóstol Pedro quien puso la primera piedra de tales maledicencias. María Magdalena financió y sostuvo, junto a otras muchas mujeres, los tres años de campaña por Palestina del fundador cristiano. “Ayudó con sus bienes al Maestro”, dice el evangelio de Lucas. Cuando fueron creciendo como secta judía, antes de hacer la romería (a Roma), para hacerse grandes hasta sustituir al Imperio romano, es probable que la temperamental mujer de Magdala quiso imponer su autoridad como compañera predilecta de Jesús y la mejor amiga de la madre, María. Pedro ya había expresado su enojo por cómo era tratada, con qué cariño y deferencia. Para acabar con su prestigio, pronto se empezó a decir que había sido prostituta, o que estuvo poseída por el demonio, o que no tenía la fuerza necesaria para mandar…
Cabe imaginar la escena. No está en película alguna, pero imaginemos. Magdalena, la amiga de María y la más amada por Jesús, no ha huido cuando detuvieron y crucificaron al jefe y es la primera a la que se aparece el Resucitado. En cambio, Pedro, señalado por el fundador como la piedra sobre la que se edificaría la Iglesia, huyó y negó al maestro tres veces por miedo insuperable. Antes, Pedro había criticado a María Magdalena en presencia de Jesús, por metomentodo y parlanchina. El Maestro la defendió con aplomo. No es imaginación. El conflicto aparece en varios evangelios, oficiales o no. Por ejemplo, en el de Tomás. “Las discusiones entre la Magdalena y Pedro aparece en más lugares, también en el Evangelio de María, que data seguramente del siglo II. Ahí se muestra a Leví, discípulo de Jesús, replicándole a Pedro cuando este critica a Magdalena: ‘Si el Salvador la ha hecho digna, ¿quién eres tú entonces para despreciarla? Con seguridad el Salvador la conoce bien; por eso la amó más que a nosotros”. Lo escribe Diarmaid MacCulloch en su imponente Historia de la Cristiandad.
El teólogo Xavier Pikaza subraya cómo la iglesia fue instituyéndose como una religión de varones. “Al principio no fue así. Todavía a mediados del siglo II, a pesar del ascenso imparable de una visión jerárquica y patriarcal de los ministerios cristianos, una parte considerable de las iglesias cristianas se hallaban dirigidas por mujeres. La iglesia oficial ha podido tener miedo ante María Magdalena y ha preferido destacar el papel de María, la madre de Jesús. Pero las dos mujeres van juntas, las dos son esenciales en la primera iglesia. Magdalena no pudo ser obispo o papa en la iglesia que triunfó desde el siglo II-III, pero podría haberlo sido en una iglesia no jerárquica ni patriarcalista del futuro”.
La Biblia le atribuye un rol de testigo privilegiada en la resurrección de Cristo. Su condición de mujer, su protagonismo en momentos críticos de la vida de Jesús y lo poco que se sabe de ella la han convertido en un personaje fascinante. ¿Qué dicen los últimos hallazgos arqueológicos?
En el año 2009, y de modo casual, fue descubierta Magdala, una ciudad bíblica al borde del Mar de Galilea (o Lago de Tiberíades) que un movimiento telúrico había sepultado hacia fines del siglo I de la era cristiana. En Magdala, todo quedó como era en los tiempos de Jesús, explica Sergio Prudencstein, especialista en Historia Antigua y docente en la Universidad de Belgrano; aunque no como en Pompeya, porque aquí lo preservado son los cimientos de las construcciones.
Como Nazareno, Magdalena es un apodo que hace referencia a la ciudad de la cual esta misteriosa María era originaria: María de Magdala, como Jesús de Nazaret.
Así la llama San Lucas en lo que es la primera aparición bíblica de la Magdalena,como una de las mujeres sanadas por Jesús y una de las que lo seguía. Jesús, escribe el evangelista, iba por ciudades y aldeas, “predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete (demonios)“. Como vemos, se trataba de un exorcismo. También iban Juana y Susana, agrega Lucas, “y otras muchas que le servían de sus haciendas”.
“María Magdalena es un personaje fascinante –dice Prudencstein-. Especialmente por la especulación que siempre hubo sobre su identidad. Para algunos era una prostituta. Para otros, una más entre los apóstoles. Desde el libro con mirada católica de Ernestina de Champourcin [1943] hasta la novela de aventuras de Frank Slaughter [1953], pasando por el disparate histórico de Dan Brown [El Código Da Vinci], la imagen de esta mujer se ha multiplicado de manera asombrosa”.
“Aunque no existen pruebas arqueológicas directas de su existencia, la referencia bíblica resulta muy poderosa y, si no fue una circunstancia histórica, al menos se le acerca mucho”, agrega.
¿Por qué poner a una mujer, cuya palabra no era valorada en la época, como testigo de la resurrección?
“Según la Biblia –sigue diciendo-, María Magdalena fue testigo de la crucifixión, la inhumación y la resurrección de Jesús. Y es ella quien da la noticia a Pedro y a los demás discípulos. Y éstos no le creen, porque la palabra de una mujer no era válida en esos tiempos”.
Para Prudencstein, este es precisamente un indicio de que la historia es real. Si no fue cierto y si, como sostienen algunos, la finalidad de los Evangelios es proselitista, ¿por qué poner a una mujer, cuya palabra no era valorada en la época, como testigo de la resurrección? “Si la historia hubiese sido armada, el testigo hubiera sido Pedro”, dice.
¿Puede el hallazgo de Magdala revelarnos algo sobre María Magdalena?
¿Qué hay en la Biblia sobre esta ciudad? “Entonces, una vez despedida la gente, (Jesús) subió en la barca y se fue a las regiones de Magdala“, dice el Evangelio según San Mateo. Magdala es una ciudad que Cristo y sus discípulos frecuentaron, de eso no hay duda. Arfan Najar, jefe de las excavaciones en Magdala, dijo al sitio Primeros Cristianos que, aunque queda mucho trabajo por hacer y mucho que interpretar, de algo está seguro: “Jesús pasó por este lugar, entró en esta sinagoga, rezó y predicó allí. Sucedió entre el año 20 y el 30″.
Najar se refiere a la sinagoga del siglo I, encontrada en las excavaciones, la primera hallada en Galilea. Una sinagoga que estuvo activa hasta el año 67. En ella se encuentra la llamada piedra de Magdala, que es la piedra sobre la que abrían y leían la Torá y en torno a la cual discutían.
En esa piedra está tallado el candelabro ritual judío más antiguo, una Menorá. Hay otra en el arco de Tito, en Roma, traída de cuando los romanos asaltaron el templo de Jerusalén, explica Prudencstein.
Marcela Zapata es una arqueóloga mexicana que llegó a Magdala en 2010 y fue autorizada por el gobierno israelí a excavar el sitio junto a su equipo. Ella tiene la esperanza de que estas excavaciones revelen algún secreto sobre María Magdalena. Pero es muy poco probable que se encuentre alguna huella directa por el simple hecho de que en general los registros arqueológicos de aquellos tiempos no incluyen a los que se podría llamar ciudadanos de a pie. Generalmente, los documentos, inscripciones y monumentos aluden a reyes y batallas. En grueso, al registro de la acción de las autoridades. La fama de María Magdalena es póstuma.
Lo que sí será posible reconstruir es el ambiente y el modo de vida de una ciudad donde ella residió y por la cual, dada la importancia que tenía, seguramente Jesús pasó más de una vez.
La parte excavada hasta ahora de Magdala parece pertenecer a un área pública vinculada al puerto. Se ha encontrado una plaza y una calle principal que tiene seis metros de ancho. También dos instalaciones para baños rituales con seis piscinas y un complejo sistema hidráulico, además de un edificio anexo. Otro hallazgo es una dársena con amarraderos del antiguo puerto y restos de actividad industrial: una torre donde funcionaba una procesadora de pescado, ya que la principal actividad de Magdala era la pesca. Otro nombre que se daba a la ciudad es Tariquea, palabra que deriva de un método de salazón del pescado desarrollado en el lugar. Se han hallado muchas monedas y utensilios de cerámica y madera. Todo bien datado.
El historiador judío Flavio Josefo (37-100), traducido por Eusebio de Cesarea, decía que en Magdala existía una muy sofisticada procesadora de pescado, donde vivían 40.000 personas. Eso confirma que la ciudad hallada es la Magdala bíblica.
“Era una comunidad rica, dice Prudencstein. Y un detalle interesante es que, según Lucas, cuando Jesús y su grupo estaban en Galilea, María Magdalena proveía alojo y dinero. Esto es indicio de que se trataba de una mujer con una cierta posición en la ciudad. Tenía dinero y se movía sola. Lo más probable es que fuese viuda y sin tutor. Ningún marido hubiera aceptado esos desplazamientos de su mujer. Lo que en ningún caso podemos pensar es que era prostituta”.
¿De dónde viene esa leyenda? Muchos autores pensaron que María Magdalena y la prostituta que irrumpe en una casa donde Jesús almorzaba para untarle los pies con un ungüento perfumado eran la misma persona; algo que no tiene mayor sustento bíblico.
“Luego de asistir a la crucifixión de Jesús, María Magdalena acompañó el cortejo y presenció la inhumación. Eso prueba que era influyente porque era muy raro que una mujer acompañara extramuros el entierro de un delincuente –como era considerado Jesús por las autoridades-. Una mujer que hacía lo que quería. Eso es muy raro”.
La propia Iglesia Católica aceptó por mucho tiempo esta versión del pasado pecaminoso de María Magdalena. Como no la puede eludir por su protagonismo, la convierte en una santa penitente. “Significa que está purgando algún pecado –explica Prudencstein-. No es una santa con todas las de la ley. Fue San Gregorio Magno el que, en el siglo VII, la catalogó así. Pero en 1969, el Papa Paulo VI retira del calendario litúrgico el apelativo de ‘penitente’. Y determina que la ‘mujer pecadora’ y María Magdalena no eran la misma persona. Ahora, el papa Francisco elevó a categoría de fiesta el día de María Magdalena que es el 22 de julio”.
En los Evangelios apócrifos y en los textos gnósticos, aparece otra María Magdalena. Una a la cual Jesús le da mucha importancia, despertando los celos de Pedro. Es de estos textos que surgen las especulaciones más osadas, como la de que tuvo descendencia de Jesús. “Pero, dice Prudencstein, la vida de Jesús, una vida errante, en comunidad con sus discípulos, no cuaja para nada con la vida en familia. Pensemos que su vida pública, desde que inicia la predicación, es muy breve: aunque intensa, son sólo tres años. Jesús era un hombre con un objetivo superior al cual relegaba todas sus otras posibilidades humanas. De todos modos, María Magdalena es un personaje fuerte, interesante, que posiblemente fue podado o recortado, porque en los momentos en que aparece es tan importante que no se entiende que aparezca tan poco”. [Al pie de esta nota, algunas citas bíblicas sobre María Magdalena]
Sobre su destino posterior, todo es especulación. “Los franceses dicen tener la calavera de María Magdalena. Pero esta leyenda de que ella fue en una barca a Francia es a todas luces absurda, se teje en una época de euforia por las reliquias de santos. Sobre esta fantasía construye Dan Brown lo que es uno de los productos culturales más terribles en materia de deformación de la Historia“, dice Prudencstein, en referencia al Código Da Vinci.
La versión oficial de la Iglesia es que la Magdalena se fue a Éfeso con María, la madre de Jesús, y vivió allí hasta su muerte. Una teoría que tampoco tiene confirmación pero muchísimo más coherente: eran dos mujeres unidas por el mismo duelo y cuidar a la madre de Cristo bien podía ser una continuación del apostolado de María Magdalena.
De lo que sí es signo claro este personaje femenino es de la ruptura en la cual se coloca Jesús también en lo que concierne a las mujeres (“oísteis que fue dicho…, pero yo os digo…”, repetía) con el pensamiento y la práctica de su tiempo: les niega a los varones el derecho de juzgar a la mujer pecadora –cuando salva a la adúltera que va a ser lapidada-, no tiene problema en perdonar y dejarse tocar por la prostituta que le unta los pies ni tiene temor de escandalizar a sus huéspedes por este hecho; defiende el derecho de otra María, la hermana de su amigo Lázaro, de negarse a ir a la cocina y quedarse en cambio escuchando la charla de los varones; y, finalmente, elige a una mujer, María de Magdala, como portadora de la noticia de su resurrección.
REFERENCIAS BÍBLICAS
María Magdalena, al pie de la cruz
(Juan 19) Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
María Magdalena, testigo de la inhumación de Jesús
(Marcos 15) Y enterado del centurión, dio el cuerpo á José [de Arimatea]. El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, y revolvió una piedra a la puerta del sepulcro. Y María Magdalena, y María madre de José, miraban dónde era puesto.
María Magdalena, testigo de la Resurrección
(Lucas 24) Y el primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las drogas aromáticas que habían aparejado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron la piedra revuelta del sepulcro. Y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Y aconteció, que estando ellas espantadas de esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; Y como tuviesen ellas temor, y bajasen el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, mas ha resucitado: acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. Entonces ellas se acordaron de sus palabras, y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. Y eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, las que dijeron estas cosas a los apóstoles. Mas a ellos les parecían como locura las palabras de ellas, y no las creyeron.
María Magdalena, mencionada tanto en el Nuevo Testamento canónico como en varios evangélicos apócrifos como una de las discípulas más distinguidas de Jesús de Nazaret, es una de las figuras más enigmáticas de la Biblia. Mientras la Iglesia Católica y ortodoxa y la Comunión Anglicana la consideran santa y celebran su festividad el 22 de julio, parte de la historia oficial consigna que era una prostituta que se arrepintió de sus pecados y decidió seguir a Jesucristo, en tanto algunas corrientes religiosas creen que fue en realidad la esposa del Mesías e, incluso, hay algunos que afirman que tuvieron un hijo juntos.
La figura de María Magdalena (cuyo nombre hace referencia a su lugar de procedencia, Magdala, localidad situada en la costa occidental del lago de Tiberíades) es citada en los Evangelios en relación con cuatro hechos diferentes: De acuerdo con el Evangelio de Lucas, María Magdalena alojó y proveyó materialmente a Jesús y sus discípulos durante su predicación en Galilea. La mujer, por cierto, conocía al Nazareno, ya que anteriormente había sido curada por el mismo Jesús, tal como se consigna en Lucas 8:1-2: “Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de enfermedades y espíritus malignos: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios”.
Además, de acuerdo con los Evangelios de Marcos, Mateo y Juan, María Magdalena estuvo presente durante la crucifixión de Jesús y cuando su cuerpo fue puesto en la sepultura provista por José de Arimatea. Y, lo más importante, fue la primera persona en ver resucitado al Nazareno, comunicándole posteriormente la fabulosa noticia a Pedro y a los demás apóstoles, tal como se consigna en Juan 20-11,16: “Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿Por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Rabboni! (Maestro)”.
La tradición católica ha identificado a María Magdalena con varios personajes citados en el Nuevo Testamento. Es el caso de la mujer adúltera a la que Jesús salva de la lapidación, en un episodio que sólo relata el Evangelio de Juan; y la mujer que unge con perfumes los pies de Jesús y los enjuga con sus cabellos antes de su llegada a Jerusalén según los evangelios sinópticos, cuyo nombre no se menciona. También ha sido relacionada con María de Betania, hermana de Lázaro.
Los teólogos de los siglos III y IV afirmaban que la identidad de María Magdalena se correspondía con María de Betania y «la mujer quien fue una pecadora». En la homilía 33 que el papa Gregorio I dio en el año 591, se afirmó que «ella, la cual Lucas llama la mujer pecadora, la cual Juan llama María [de Betania], nosotros creemos que es María, de quien siete demonios fueron expulsados, según Marcos”.
La idea de que María Magdalena había sido una mujer muy pecadora antes de conocer a Jesús, de que “amó mucho” y de que de ella «habían salido siete demonios”, habría originado la creencia de que la de Magdala se había dedicado, aunque los pasajes evangélicos no lo mencionan, a la prostitución. No se sabe con exactitud cuándo comenzó a identificarse a María Magdalena con la mujer pecadora que entró en la casa de Simón El Fariseo, pero ya en una homilía del papa Gregorio Magno se expresa inequívocamente la idea de María Magdalena como una prostituta arrepentida. Por eso, la leyenda posterior la imaginó el resto de su vida en una cueva en el desierto, haciendo penitencia y mortificando su carne, originando en los siglos posteriores en el arte occidental las conocidas representaciones de la «Magdalena penitente».
La actriz italiana Mónica Bellucci interpretando a María Magdalena en la película “La Pasión de Cristo” (2004).
María Magdalena ¿Esposa de Jesús?
En los evangelios apócrifos, como el Evangelio de Tomás y el Evangelio de Felipe, en tanto, María Magdalena aparece mencionada como discípula cercana de Jesús, en una relación tan cercana como la de los apóstoles. En el Evangelio de Tomás, concretamente, hay dos menciones de María Magdalena o “Mariham”, siendo la segunda de ellas la que ha sido objeto de controvertidas interpretaciones: “Simón Pedro les dijo: «¡Que se aleje Mariham (María Magdalena) de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo». En el Evangelio de Felipe, en tanto, la de Magdala es considerada la compañera (κοινωνος) de Jesús: “Tres (eran las que) caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera [κοινωνος]. María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera”.
Debido a estas referencias, varios autores de libros de pseudohistoria han postulado la controvertida teoría según la cual María Magdalena habría sido la esposa -o la compañera sentimental- de Jesús de Nazaret, además de la depositaria de una tradición cristiana de signo feminista que habría sido cuidadosamente ocultada por la Iglesia católica. Libros como “El enigma Sagrado” y “La revelación de los templarios”, incluso, mencionaban que una hipotética dinastía se había originado fruto de la supuesta unión entre Jesús de Nazaret y María Magdalena. Estas ideas serían aprovechadas posteriormente por varios autores de best seller de ficción como Dan Brown, en su obra de 2003 “El código Da Vinci”.
Los partidarios de esta llamativa hipótesis se apoyan, por cierto, en tres argumentos: 1) En varios textos gnósticos, como el Evangelio de Felipe, se muestra que Jesús tenía con María Magdalena una relación de mayor cercanía que con el resto de sus discípulos, incluidos los apóstoles; 2) En los evangelios canónicos María Magdalena es (excluyendo a la madre de Jesús) la mujer que más veces aparece, y es presentada además como seguidora cercana de Jesús. Su presencia en los momentos cruciales de la muerte y resurrección de Jesús, entonces, puede sugerir que estaba ligada a él por lazos conyugales; y 3) En la Palestina de la época era raro que un varón judío de la edad de Jesús (unos treinta años) permaneciese soltero, especialmente si se dedicaba a enseñar como rabino.
Sin embargo, hay que consignar que el judaísmo que profesó Jesús era muy distinto del actual, y el papel del rabino no estaba todavía bien definido. Sólo después de la destrucción del Segundo Templo, en 70 D.C. el papel del rabino quedó establecido con claridad en las comunidades judías. Antes de Jesús, por lo demás, está atestiguada la existencia de maestros religiosos solteros, por ejemplo en los círculos esenios; Juan Bautista y Pablo de Tarso, sin ir más lejos, también fueron varones solteros y predicadores célibes.
Un artículo de la revista Newsweek, resumiendo las opiniones de los principales estudiosos, negó rotundamente la noción de que Jesús y María Magdalena hubieran estado casados, afirmando que esa hipótesis no tenía bases históricas. Bart Ehrman, erudito sobre el Nuevo Testamento y experto en el paleocristianismo, explica que “la teoría de que María de Magdala haya sido la esposa de Jesús de Nazaret es una posibilidad que ni siquiera merece ser tomada en serio. La evidencia histórica no dice nada al respecto. No hay ciertamente nada que indique que Jesús y María (Magdalena) tuvieron una relación sexual de ninguna naturaleza. Y no es verdad que los rollos del Mar Muerto contengan Evangelios que hablen de María (Magdalena) y Jesús. […] Y tampoco es verídico que un casamiento de María (Magdalena) y Jesús se discuta repetidamente en los Evangelios que no entraron en el Nuevo Testamento (el canon). De hecho, eso no se discute nunca ni se menciona siquiera una vez. […] y tampoco es verdad que el Evangelio de Felipe llame a María la esposa de Jesús».
Otra importante referencia al controvertido personaje de la de Magdala se encuentra en el llamado Evangelio de María Magdalena, texto del que se conservan sólo dos fragmentos griegos del siglo III y otro, más extenso, en copto, del siglo V. En el texto, tres apóstoles discuten acerca del testimonio de María Magdalena sobre Jesús. Andrés y Pedro desconfían de su testimonio, y es Leví (el apóstol Mateo) quien defiende a María.
¿Qué fue de María Magdalena después de la muerte de Jesús?
Con respecto a la pregunta de qué sucedió con María Magdalena después de la muerte y resurrección de Jésus, según la tradición ortodoxa, María Magdalena se retiró a Éfeso junto a la Virgen María y el apóstol Juan. Y en ese lugar murió años después. En 886 sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla, donde se conservarían en la actualidad.
Otra versión que surgió en el mundo católico afirma que María Magdalena (identificada aquí con María de Betania), su hermano Lázaro y Maximino, así como algunos compañeros, viajaron en barca por el Mar mediterráneo huyendo de las persecuciones en Tierra Santa y desembarcaron finalmente en el lugar llamado Saintes Maries de la Mer, cerca de Arlés, en Francia. Posteriormente, María Magdalena habría viajado hasta Marsella, desde donde emprendió, supuestamente, la evangelización de Provenza, para después retirarse a una cueva -La Sainte-Baume- en las cercanías de Marsella, donde habría llevado una vida de penitencia durante 30 años.
Después de su muerte, sus restos habrían sido llevados a Aix-en.Providence, al oratorio de San Maximino, lugar donde habría comenzado un culto posterior que atrajo numerosos peregrinos cuando el cuerpo de María Magdalena fue oficialmente descubierto en 1279, por el entonces príncipe de Salerno, futuro rey Carlos II de Nápoles.
En la tradición católica, con el correr del tiempo, seguramente debido a la situación subordinada de la mujer en la Iglesia, María Magdalena pasó a ser un personaje secundario, a pesar de su indudable importancia en la tradición evangélica. En 1969, El Papa Pablo VI retiró del calendario litúrgico el apelativo de «penitente» adjudicado tradicionalmente a María Magdalena; asimismo, desde esa fecha dejaron de emplearse en la liturgia de la festividad de María Magdalena la lectura del Evangelio de Lucas acerca de la mujer pecadora. Desde entonces, la Iglesia católica ha dejado de considerar a María Magdalena una prostituta arrepentida, aunque esta visión continúa siendo la predominante para muchos católicos.
En 1988, el papa Juan Pablo II, en la carta “Mulieris Dignitatem” se refirió a María Magdalena como la “apóstol de los apóstoles” y señaló que en “la prueba más difícil de fe y fidelidad” de los cristianos, la Crucifixión, “las mujeres demostraron ser más fuertes que los apóstoles”.
La figura de María Magdalena en la actualidad ha sido reivindicada por varios teólogos y estudiosos de la Biblia. Su valor radica en que entre todas las mujeres que aparecen mencionadas por los cuatro evangelistas “oficiales” -reconocidos por la iglesia católica- en todos está María Magdalena. Según algunos eruditos, ella era la más fiel, la más creyente, la más sincera y comprometida servidora de lo que Jesucristo representaba, tanto así que fue capaz de aparecer en el difícil y crucial momento en que los otros compañeros, acobardados, en el momento de la Pasión, se retiran. Si a los principales seguidores de Jesucristo se les dio el nombre de apóstoles (palabra que viene del término “stolos”, “flota” “escuadra”, dando la imagen de un movimiento), también sería justo y apropiado llamarla a ella apóstol, porque fue una devota seguidora de Jesucristo capaz de estar junto a Él en los momentos más duros.