Argentina.¿Picardía o cambio de humor social?
La canción fluyó en la tribuna de San Lorenzo de Almagro durante el clásico con Boca Juniors.
Enojados con un arbitraje que perjudicaba al club azulgrana, el hincha estalló. “Mauricio Macri, la puta que te parió”, se entonó con vehemencia en todo el estadio.
Un insulto propio de los argentinos y con un destinatario directo, el presidente de la nación, que se hizo carne en varias canchas del fútbol doméstico. Una situación que molestó al primer mandatario, pero tiene un costado político y una historia oculta que no sólo tiene que ver con un penal no cobrado o una expulsión injusta.
Macri fue presidente de Boca entre 1995 y 2007. Se trató de una época dorada para uno de los equipos más importantes del país. Durante su gestión, el gigante azul y oro ganó 17 títulos, 11 internacionales y ocho locales. Resultó ser su plataforma, a fin de cuentas, para lanzarse a la política. Hizo carrera como jefe del gobierno porteño y el 10 de diciembre de 2015 se puso al frente de la Argentina. Sin embargo, nunca pudo despegarse de su vinculación con el club de sus pasiones.
Para muchos de los aficionados que tapizan los estadios de la Superliga argentina, Macri está por encima de la estructura piramidal del fútbol. Y aunque es cierto que existe una concentración de poder de gente de Boca en puestos muy importantes, resulta disparatado pensar que el presidente de los argentinos es el líder de una conspiración para favorecer a su equipo. Así y todo, en las canchas se enarbola el insulto. Nació en el Nuevo Gasómetro, dicho está, pero también se escuchó con fuerza en las gradas de River Plate, Huracán, Independiente, Chacarita Juniors y Racing Club.
¿Cuánto tiene que ver la fantasía de la teoría conspirativa y cuánto influye el malhumor popular por su modo de conducir el país? El año pasado se filtraron varios audios privados que tenían como protagonista al titular de Boca, Daniel Angelici, amigo íntimo de Macri y uno de los principales operadores del Gobierno.
El Tano, como lo conocen en el mundillo del fútbol, le pidió a Luis Segura, por entonces al mando de la Asociación del Fútbol Argentino, que Germán Delfino, árbitro de Boca-Vélez Sarsfield, “se equivoque lo menos posible”, lo que puede interpretarse como un condicionamiento para el juez. Y otra escucha reveló al propio Angelici en diálogo con Fernando Mitjans, mandamás del Tribunal de Disciplina, pidiéndole que tuviera contemplaciones con la sanción que debían recibir Cristian Erbes y Leandro María, quienes habían sido expulsados en un amistoso del verano y tenían que jugar, justamente, contra Vélez un partido que tenía como objetivo el pase a la Copa Libertadores de 2015. A raíz de esta situación, Mitjans, escribano e hincha de Boca, fue removido de su cargo como vice del Comité de Apelaciones de FIFA. Sin embargo, continúa al frente del juzgado de penas de la AFA.
Angelici, además, es vicepresidente de la AFA que conduce Claudio Tapia. Chiqui fue presidente de Barracas Central, un equipo que juega en la tercera división, pero es hincha y socio de Boca. También, el yerno de Hugo Moyano, titular de Independiente y secretario del gremio de los Camioneros. Pero para el público del fútbol, la relación Macri-Tapia-Angelici genera sospechas. Hasta Marcelo Tinelli, vice de San Lorenzo en licencia y uno de los conductores más populares de la TV argentina, fue contundente al respecto en su cuenta de Twitter. El clima está convulsionado en las tribunas, está claro. Casi de acuerdo con el momento que vive el país.
En el Gobierno están convencidos de que los insultos para Macri son producto de una operación que busca desestabilizarlo. No está alejada de la realidad esta idea, pero hay un poco de todo. En San Lorenzo y River tuvo que ver con los polémicos arbitrajes. En Huracán, con un corte de luz que demoró el partido contra Estudiantes. En Independiente, Chacarita y Racing, en cambio, hubo un condimento político. Y contagió, claro, a aquel hincha que está descontento con el primer mandatario. En los últimos tres meses, producto de la reforma previsional, el aumento del dólar y el escándalo que protagonizó el ministro de Trabajo con una empleada, bajó 10 puntos en las encuestas.
Y así como se oyó el “Mauricio Macri, la puta que te parió” en Independiente, también tronó en Chacarita el último domingo, antes del duelo entre los funebreros y Belgrano. Luis Barrionuevo, quien fuera presidente del club entre 1993 y 2005, todavía conserva influencias en la tribuna. El titular de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos es otro de los sindicalistas que están en la vereda opuesta del presidente de la nación, quien quiere recortar los privilegios de aquellos sindicalistas que hace décadas están enquistados en los gremios y hacer una profunda renovación.
El miércoles, en la cancha de Racing, antes del partido copero contra Cruzeiro y en el entretiempo se escuchó el cantito contra Macri. La barra de la Academia guarda vínculos con la Municipalidad de Avellaneda, que conduce Jorge Ferraresi. El intendente K intercedió para que el club de Avellaneda le prestara el estadio a Cristina Fernández de Kirchner en el cierre de campaña de las legislativas.
Guillermo Marconi, un exreferí que está al frente del Sindicato de Árbitros de la República Argentina, le propuso a la AFA parar los partidos cada vez que se cante contra el presidente, considerándolo como un acto discriminatorio. Desde la casa madre del fútbol argentino lo descartaron. Y en las redes sociales se viralizaron (y ridiculizaron) canciones a favor de Macri. El sarcasmo argentino…
En on o en off, el Presidente siempre se ufana de haberse curtido en el fútbol para ascender la escarpada cuesta de la política. En estos días debe haberse dado cuenta de que hay más vasos comunicantes entre una y otra pasión. ¿Intuyó Mauricio Macri que eso tendría un costo tal vez más elevado del que pensaba? Lo haya pensado o no, lo cierto es que ese búmeran le viene pegando por estas horas. En Olivos creen que la frase del entrenador de River, Marcelo Gallardo -“Macri, Angelici y Tapia nos hacen tener la guardia alta”-, fue “muy desafortunada y bien aprovechada por los K”. En torno a la Jefatura de Gabinete analizan que solo se trata de “bronca futbolera con algo de oportunismo K”.
Fue una combinación de factores: el arbitraje que favoreció a Boca en el partido con San Lorenzo; la casi certeza de que la barra brava del club xeneize sería la hinchada oficial de la Argentina en el Mundial de Rusia, y que el presidente de la Nación recibió al DT de ese equipo, Guillermo Barros Schelotto, nada menos que en la Casa Rosada.
No es ninguna novedad: por más asuntos difíciles de Estado que pueda tener entre manos, el fútbol sigue estando entre las prioridades más irrenunciables de Macri. Tan pronto recibe en Olivos al Chiqui Tapia, titular de la AFA, como al DT del seleccionado nacional, Jorge Sampaoli, intercambia pareceres con Fernando Marín o anuncia que viajará hasta dos veces a Rusia si la Argentina es uno de los dos equipos que llegan a la final del Mundial. ¿Produce más malestar que el Presidente influya sobre temas futboleros que su apresurado respaldo al policía Luis Chocobar? Por la repercusión de uno y otro episodio, se diría que sí.
“¡Mauricio Macri, la puta que te parió”, el cántico de la hinchada que subió con la fuerza de la leche hirviendo en la cancha de San Lorenzo y que como reguero de pólvora se desparramó después por el Monumental y los estadios de Huracán y de Independiente, fue de inmediato capturado y reformateado por el kirchnerismo como una gran oportunidad para transformarlo en una herramienta política de fuerte impacto mediático que rotularon el “hit del verano”. Eufóricos, festejaron entre sí la patriada aniñadamente en las redes sociales.
Más clubes, entonces, se fueron sumando a la ola para corear el estribillo difamador en medio de sus partidos: Chacarita, Gimnasia, All Boys, Rosario Central. Y de allí partió también hacia lugares ajenos al deporte, como los recitales de Los Guasones y Dancing Mood, y hasta resonó en la línea D del subte. Convertido en un muy viralizado hashtag (#MMLPQTP), ¿podríamos estar hablando ya de una eventual epidemia? ¿Cabe darle una verdadera significación política?
El cántico es cortito, rítmico y pegadizo. Divierte a las hinchadas, que, de paso, hacen catarsis rápido y fácil, no solo de bronca porque el equipo del Presidente se haya despegado tanto en la punta de la tabla, sino también porque, de paso, aprovechan para descargar cierto mal humor social producido por la economía, que no termina de arrancar.
Opina Alejandro Catterberg, director de Poliarquía: “No me parece que sea intrascendente, y si se instala o amplía a otros ámbitos será negativo para el Gobierno. Hay dos hechos que lo matizan: 1) Macri viene del fútbol y nunca escapó de la chicana futbolera; 2) el insulto presupone una manipulación y un uso indebido del poder, y en la política argentina es mejor ser insultado por malo que por débil”.
El espíritu tribunero es lúdico, travieso y desafiante. No es Macri el primer presidente ni el último que será hostigado desde las canchas. Ni siquiera la última dictadura militar, con toda su ferocidad, pudo zafar de los cánticos y silbidos poco amistosos. Los más veteranos recordarán que la obsesión reglamentadora de aquel régimen quiso imponer que no se tiraran papelitos durante los partidos y el tiro le salió por la culata. Ni la prédica del hiperoficialista relator deportivo de la época, José María Muñoz, pudo contra la campaña de Clemente, el simpático personaje de Caloi que desde la contratapa de Clarín alentaba a lo contrario. Una de las dos entidades de árbitros amenazó con suspender los partidos no bien arranque el estribillo más temido, pero se echó atrás. Menos mal: habrían convertido un cántico pasajero en un grito de rebeldía permanente. Además, podría prestarse a manipulaciones: aquel equipo que no tuviese una buena tarde se tentaría de apelar a la áspera frase con tal de interrumpir el partido. Como siempre sucede en estos casos, estallaron los memes y hasta un hashtag (#approvedsongs) con desopilantes sugerencias de canciones favorables al Presidente. Nada es tan dramático: los argentinos nos reímos de todo.
Juan Germano, de Isonomía, considera que “el malestar existe, pero también hay un uso mediático y llamativo, aunque todavía ni siquiera alcanza para encender la alarma amarilla”
Aunque el coro contra Macri tiene su indudable origen en una bronca sinceramente futbolera, se convierte en la práctica en un eficaz misil de doble lectura: aparte de ir contra la esencia innegablemente bostera del primer mandatario, sirve para denostar algunas de las políticas que aplica su gobierno.
“El #1Marzo sería perfecto que se lo cantemos en la cara”, alentó entusiasmada la tuitera @CarlaNac&Pop, en referencia a la visita que el jefe del Estado hará mañana al Congreso para inaugurar el período ordinario de sesiones y dirigir un mensaje sobre la marcha de su gobierno. ¿Cómo pensar que no querrán aprovecharlo?
Después de probar todo tipo de artefactos mediáticos desde el 10 de diciembre de 2015 para horadar el prestigio y, fundamentalmente, la gobernabilidad del presidente Macri, el kirchnerismo residual celebra creer haber encontrado, por fin, un dispositivo que rompa el corralito de sus propios adherentes y de la izquierda siempre funcional, para derramar en una masa más amplia y heterogénea de gente.
El modus operandi es más o menos siempre el mismo: presentar a la sociedad sucesivos episodios creados a veces desde meras consignas (“Macri gato”); otras, desde hechos reales, a los que se los reviste de una gravedad inusitada para que la opinión pública reaccione y haga suya la necesidad de ponerle fin anticipado al actual gobierno.
Las “plazas de la resistencia”; el eslogan “resistir con aguante”; los programados escraches contra el Presidente y, colateralmente, contra la gobernadora María Eugenia Vidal; el suvenir del helicóptero en la Plaza de Mayo; las amenazas de bombas a colegios; la ocupación de la calle para fatigar al ciudadano común; los cantos de sirena al golpismo de variados personajes encabezados por el ex miembro de la Corte Eugenio Raúl Zaffaroni, y las 14 toneladas de piedras arrancadas de veredas y bancos para intentar impedir el tratamiento de la reforma previsional en el Congreso intentaron la desestabilización y no lo lograron.
El caso de Santiago Maldonado tal vez haya sido el más ambicioso intento, pero también el más perverso, fallido y bochornoso. “Macri ya tiene su desaparecido”, escribió Horacio Verbitsky en Página 12, antes de las dos elecciones consecutivas que ganó el oficialismo. Parecía congratularse de que eso pudiera ser verdad.
Anteanoche, en el programa de Alejandro Fantino, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, tipificó el origen de estos fenómenos que se suceden uno tras otro con tres palabras: “Populismo sin votos”, será?