Mediterráneamente Serrat
El cantautor emociona en el repaso de su emblemático álbum y de sus éxitos
Contraviniendo el tópico que algunos supuestos entendidos enarbolan de que las canciones populares son productos efímeros, el caso de Joan Manuel Serrat es una de las más gloriosas pruebas de que el arte cuando es bueno y tiene sentimiento desconoce el paso del tiempo.
Y anoche, en el primero de sus tres conciertos en el Auditori del Fòrum, volvió a dar prueba y testimonio de su condición de referente cívico mucho más allá del ámbito estrictamente musical. En cualquier caso, el cantautor barcelonés aterrizaba en su ciudad tras ocho meses de singladura de la gira Mediterráneo da capo. Lo hacía con excelentes críticas y parabienes, y anoche volvió a granjearse un buen puñado de estos, de un público entregado y conocedor que abarrotaba el amplio aforo de más de tres mil localidades
A sus casi 75 años y con inmejorable aspecto (la laringitis que en verano le obligó a suspender seis conciertos es puro recuerdo), el cantautor y tantas otras cosas más, desplegó sus ya conocidas virtudes más allá del esplendoroso repertorio, esto es, empatía, sentido del humor y de la ironía, dominio escénico y una profesionalidad en grado sumo, comenzando por su grupo de acompañamiento.
Durante más de dos horas, revivió todo su álbum ‘Mediterráneo’ y clásicos como ‘Cançó de matinada’ o ‘Pare’
Hábil también en saberse rodear de magníficos músicos e instrumentistas, en este tour el elenco de cómplices vuelve a ser de brillante garantía, comenzando por Ricard Miralles (director del asunto, arreglista mayor y pianista) y el también teclista Josep Mas Kitflus. Junto a ellos , la presencia de la viola de Uixi Amargós, hija de otro reputado colega como Joan-Albert Amargós, o la sonora batería de Vicente Climent.
El Nano arrancó la velada unos minutos pasadas las nueve de la noche ante una audiencia básicamente madura cuando no veterana, en donde imperaba la expectación y el gozo. La audiencia arrancó ya en aplausos con el medley instrumental introductorio con el que la banda preludió la entrada de Serrat, con traje gris, camisa del mismo tono, un lacito rojo en una solapa, y desenvuelto. Explicó el porqué de esta gira, de estos conciertos, de por qué celebrar los 47 años del disco Mediterráneo y no esperar hasta los 50: “Es una buena cifra, y tal como están las cosas prefiero pecar de prudente y celebrarlo por anticipado”.
El Mediterráneo como álbum emblemático pero también como mar y símbolo, toda una declaración de principios en tiempos de fronteras, egoísmos y refugiados que recordaba en el estribillo “porque yo nací en el Mediterráneo” del tema que abrió, cómo no, la noche.
El cantautor calificó el actual mar Mediterráneo como ‘un sarcófago con miles de sepultados’
Las cosas, la coyuntura, el país, las personas han cambiado lo suyo desde que Serrat publicara Mediterráneo en 1971, pero aquella condición antes mencionada de “arte bueno” adquiere en ese citado álbum toda su extensión. Y las diez canciones que alumbró aquel chaval de Poble Sec permanecen allí, agrandándose con el paso del tiempo. Anoche las desgranó en su totalidada lo largo de poco menos de una hora: Aquellas pequeñas cosas, La mujer que yo quiero, Pueblo blanco, Tío Alberto, Qué va a ser de tí, Lucía, Vagabundear, Barquito de papel, Vencidos y, por supuesto, Mediterráneo, que abrió y cerró esa primera parte. Sonaron con un vestido sonoro con, quizás, una excesiva prevalencia del arreglo orquestal, con un sonido en general que recordaba inevitablemente al pasado, y en algún tema se entretuvo,como cuando antes de atacar Tío Albertorecordó la figura de Albert Puig Palau, persona importante en sus inicios artísticos, o los ambientes de la gauche divine… como el taburete rojo que le acompaña ese hace años por medio mundo “y que lo robé yo mismo del Bocaccio”.
Tras ese baño mediterráneo en la segunda parte del concierto picoteó en otros platos de su extenso y suculento repertorio, y allí también se volvió a demostrar que unos y otros estábamos degustando exquisitas viandas inoxidables, pequeños hitos que rebosan contemporaneidad más allá de modas, gustos. Sonaron La lluna, Cançó de matinada, Temps era temps, Plany al mar (que le permitió volver al Mediterráneo, y calificarlo también de “sarcófago donde reposan miles de hombres y mujeres”), Es quan dormo que hi veig clar, Menos tu vientre, Para la libertad, Pare y Barcelona i jo. En los bises brillaron Seria fantàstic, M’en vaig a peu, la intensa y bilingüe Cançó de bressol o Cantares. Todo un mar serratiano.