Mentiras de la historia que nos hace tragar, el cine, sin chistar

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Que los emperadores romanos sentenciaban a muerte bajando el dedo pulgar es una de las mentiras que Hollywood nos ha colado.

El poder de convicción de Hollywood, rumores que con el paso de los años se tomaron por verdades absolutas y manipulaciones históricas con intereses políticos o lucrativos han hecho que muchos episodios de la trayectoria del ser humano hayan transcendido de forma distorsionada. La imaginación y la épica han maquillado la historia y nosotros nos hemos creído aquello que a lo largo de nuestra vida nos han enseñado los libros de texto, las obras de arte o el cine, sin ponerlo en duda. Hemos hablado con historiadores y especialistas que nos han ayudado a desmentir catorce de estas tergiversaciones.

Resultado de imagen para ensalada rusaNi la ensaladilla rusa es rusa ni la tortilla francesa viene de Francia

Resultado de imagen para tortilla francesaLo que nos han contado. La lógica,implacable, nos ha hecho creer que estos platos cuyo nombre hace referencia a ciertos puntos geográgicos del planeta provenían de dichos lugares. Tomábamos ensaladilla rusa creyendo que su origen estaba en la tierra de Sharapova, Irina Shayk y Leon Tolstoi, entre otros rusos ilustres; y pedíamos tortilla francesa con la convicción de que su historia iba ligada al país galo. La lógica nos decía que no podía ser de otra forma.

Lo que realmente es. Que la tortilla francesa tiene lo mismo de francesa que las crepes que compras ultra congeladas en el supermercado. El apellido francés viene del asedio de las tropas napoleónicas a la ciudad de Cádiz en 1810. La escasez de alimentos y de patatas con las que preparar la típica tortilla española provocó que los ciudadanos tuvieran que cocinar el huevo batido sin condimentos. Con el paso de los años siguió cocinándose esta tortilla a la que se llamaba “tortilla de cuando los franceses” en referencia a los asediadores galos. De ahí que hoy a esta tortilla se la llame tortilla francesa. Según el Institut Français, para los franceses la única tortilla autóctona es la que lleva queso. Con la ensaladilla rusa ocurre algo parecido. Es rusa por obra y gracia de la casualidad. Este plato lo creó en 1860 Lucien Olivier, un belga de origen francés afincado en Moscú. El chef elaboró por primera vez esta receta en Hermitage, el restaurante que regentaba en el centro de la ciudad rusa. El furor que causó la ensalada hizo que fuera conocida popularmente como ensalada rusa. En Rusia, sin embargo, se la llama ensalada Olivier.

Aristarco ya lo avanzó en el siglo III a.c., pero la Teoría Heliocéntrica no fue tomada en serio hasta que la formuló Copérnico en el siglo XVI.

Si sabemos que la Tierra gira alrededor del Sol no es gracias a Copérnico

Lo que nos han contado. Que Nicolás Copérnico, tras un estudio exhaustivo del movimiento de los cuerpos terrestres, llegó a la conclusión de que la Tierra giraba sobre su eje y que esta y el resto de planetas giraban a su vez alrededor del Sol. Y no al contrario, como se creía hasta ese momento. Así formuló la Teoría Heliocéntrica echándose encima a la iglesia, fiel defensora de la teoría geocéntrica (esto es, que era el sol -y el resto de los planetas- el que giraba alrededor de la Tierra). La Inquisición llegó a censurar la teoría de Copérnico, ya que ponía en duda la omnipotencia de Dios, reafirmando la inmovilidad de la Tierra.

Lo que realmente ocurrió. Fue el astrónomo y matemático griego Aristarco de Samos el primero en percatarse de que nuestro planeta giraba alrededor del sol. Así lo explicó en el tratado De revolutionibus caelestibus mil años antes de que lo mencionara Copérnico. “Aristarto de Samos vivió en el siglo III antes de nuestra era. Fue él quien propuso el modelo heliocentrico que dieciocho siglos más tarde mencionó en su obra Copernico”, afirma el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid Javier Ordoñez. A pesar de que Aristarco ya lo avanzó en el siglo III a.c., la Teoría Heliocéntrica no fue tomada como una teoría consistente hasta que la formuló Copérnico en el siglo XVI.

No está claro que Cervantes fuera mancoImagen relacionada

Lo que nos han contado. Que el autor de El Quijote perdió la mano izquierda mientras combatía en la batalla de Lepanto, una de los enfrentamientos navales más sangrientas de la historia. La batalla tuvo lugar el 7 de octubre de 1571, en el golfo de Lepanto. Allí se enfrentaron turcos otomanos contra la coalición cristiana Liga Santa, integrada por el Papa, la República de Venecia y la monarquía de Felipe II.

Lo que realmente ocurrió. Una interpretación lingüistica erronea es la culpable de que Cervantes haya trascendido como el manco de Lepanto. En el siglo XVII se consideraba manco, no solo a quien había perdido la mano, si no a cualquiera que tuviera inutilizado un brazo parcial o totalmente. “No se sabe realmente si Cervantes perdió una mano. Es probable que solo perdiera un dedo o parte de ella debido a los disparos que recibió durante la batalla de Lepanto”, explica a ICON el historiador José Carlos Rueda Laffond.

Julio César nunca dijo: “Tú también, Bruto, hijo mío”

“Tú también, Bruto, hijo mío”, es la frase que ha pasado a la historia por tratarse de las últimas palabras que se le adjudican a Julio César justo antes de morir. En la imagen, Marlon Brando interpretando a Marco Antonio y el cuerpo de Louis Calhern, que interpretaba a Julio César, en la película ‘Julio César’ (1953).

Lo que nos han contado. El 15 de marzo del 44 antes de Cristo, un grupo de senadores, entre los que se encontraba Bruto (hijo de Servilia, amante de César, que siempre gozó de la protección y simpatía de Julio César), apuñalaron al dictador romano hasta llevarle a la muerte. Momentos antes de fallecer a causa de las graves heridas, Julio César, que no podía creer la traición de Bruto, pronunció una de las frases más célebres de la historia: “Tú también, Bruto, hijo mío”.

Lo que realmente ocurrió.Efectivamente, Julio César fue acuchillado varias veces en las escaleras del Senado romano. Sin embargo, nunca articuló la frase que el mundo se afana en adjudicarle. ¿Por qué entonces se cree que esto fue lo último que dijo antes de morir? Probablemente, el hecho de que Shakespeare la reprodujese en su obra Julio César (que data de 1599) ayudó a que el mundo lo considerara un hecho histórico verídico. Por su parte, Plutarco (que nació el 45 después de Cristo) asegura en su obra que César no dijo tal cosa. Según el filósofo griego, lo único que hizo el dictador antes de morir fue cubrirse la cabeza con la toga al descubrir a Bruto entre sus asesinos. “Al ver a Bruto con la espada desenvainada, se echó la ropa a la cabeza y se prestó a los golpes”, relata Plutarco en el tomo V de Vidas paralelas. La frase se ha convertido hoy en un símbolo que representa la traición máxima.

Los emperadores romanos no sentenciaban a muerte a los gladiadores bajando el dedo

Lo que nos han contado. Vimos a Joaquin Phoenix (en el papel del emperador Cómodo) ejecutar este gesto en la oscarizada Gladiator (Riddley Scott , 2000) y lo tomamos por verdad absoluta. Por su parte, los libros, los cuadros, el cine y la televisión se han encargado de alimentar la leyenda haciendo creer al espectador que cuando un emperador bajaba su dedo pulgar en el circo romano lo que estaba haciendo era sentenciar a muerte al gladiador que se encontraba en desventaja en la arena.

Lo que realmente ocurrió. Todo lo contrario a lo que el cine nos ha mostrado. Si el emperador alzaba su pulgar estaba instando al gladiador vencedor a matar al gladiador vencido. Cuando el emperador quería salvar la vida del gladiador introducía su dedo pulgar en el puño cerrado de la mano opuesta. “Creer que los emperadores sentenciaban a muerte bajando el dedo pulgar es un error que nos colaron vía Hollywood. Realmente la sentencia de muerte se daba cuando el emperador romano levantaba el pulgar hacia arriba”, explica a ICON la historiadora María F. Canet.

El cine se ha encargado de que creamos que cuando un emperador bajaba su dedo pulgar, como Joaquin Phoenix en esta imagen de 'Gladiator', estaba sentenciando a muerte al gladiador.
El cine se ha encargado de que creamos que cuando un emperador bajaba su dedo pulgar, como Joaquin Phoenix en esta imagen de ‘Gladiator’, estaba sentenciando a muerte al gladiador.

Los cascos de los vikingos no tenían cuernos

Lo que nos contaron. Las películas han mostrado a estos hombres rudos y feroces del norte de Europa con hacha en mano frente al enemigo, lanzas, espadas y escudos con grandes tachuelas. Y en la cabeza, un casco con grandes cuernos. Así han sido representados los vikingos: desde los atuendos de los intérpretes de óperas de Wagner como El ocaso de los dioses hasta personajes infantiles como Vicky El Vikingo.

Lo que realmente ocurrió. La imagen de portadores de cascos coronados con cuernos con la que se ha identificado a los antiguos pobladores de Escandinavia se debe a una inspiración del diseño del vestuario de las obras de Wagner, a cargo del artista Carl Emil Döpler. Este se inspiró en las creaciones del pintor sueco August Malmström, conocido por ilustrar el poema épico La Saga de Frithiof, en el que los cascos de los vikingos aparecían adornados con alas, un detalle que fue reinterpretado con el tiempo en forma de cuernos. “Los trabajos arqueológicos no han permitido afirmar que los cascos de aquellos guerreros escandinavos llevaran cuernos”, señala Alfonso López Borgoñoz, expresidente de ARP Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico. De hecho, los cascos con cuernos hallados en Europa no datan de la era de los vikingos, entre 700 y 1100, sino que se atribuyen a la cultura celta de la Edad de Hierro, entre 800 a.C. y 100 d.C. El único yelmo vikingo completo encontrado hasta la fecha es el Gjermundbu(Noruega), diseñado a base de placas de hierro y que se asemeja a de una gorra cónica con protectores oculares, que muy probablemente solo llevasen los altos mandos. Pero sin rastro de cornamenta.

Solo los vikingos del cine, como estos de la película 'Vicky, el vikingo y el martillo de Thor', llevaban cascos con cuernos.
Solo los vikingos del cine, como estos de la película ‘Vicky, el vikingo y el martillo de Thor’, llevaban cascos con cuernos.

– Los círculos de los campos de cultivo no los hicieron extraterrestres, sino dos sexagenarios bromistas

Lo que nos contaron. En los años 70, en Reino Unido empezaron a encontrarse unos misteriosos círculos de grandes dimensiones en plantaciones de trigo o maíz formados por las plantas tumbadas en el suelo. Rápidamente se propagó una espectacular versión del origen de estos patrones: obedecían a algún tipo de huella dejada por formas de vida extraterrestre. La película Señales, protagonizada por Mel Gibson y Joaquin Phoenix, ha seguido alimentando esta historia propia de Cuarto milenio en la que insisten hoy los grupos aficionados a los fenómenos paranormales y al estudio de supuestas visitas alienígenas.

Lo que realmente ocurrió. Dos británicos sexagenarios, Doug Bower y Dave Chorley, admitieron en 1991 ser los bromistas responsables del fenómeno. “Estos dos amigos utilizaban una tabla de madera para aplastar las plantas. Buscaron puntos de interés turístico para tener más visibilidad y así se popularizaron los supuestos mensajes extraterrestres o huellas de aterrizaje alienígena. Bower y Chorley demostraron que no hace falta recurrir a una inteligencia superior para explicar el fenómeno”, señala el biólogo Mariano Collantes.

– Los dinosaurios ni volaban ni nadaban y no eran todos grandes

Lo que nos contaron. Lo hemos visto a lo largo de la historia de la literatura y del cine, sobre todo en la saga Parque Jurásico: un gran número de animales enormes con cuellos largos comen hojas bajo la atenta mirada de pterodáctilos que sobrevuelan la escena, mientras otros más amenazantes, como el tiranosaurios o el velocirraptor, cazan animales más pequeños y algunos terribles gigantes marinos se alimentan de ballenas y tiburones.

Los dinosaurios no vuelan, como nos hicieron creer en 'Jurassic World'. Lo que realmente ocurrió. El término dinosaurio, recuerda el biólogo Mariano Collantes, describe a un grupo de reptiles que incluye varios cientos de especies, pero ninguno tenía alas ni podía nadar. “Todos los dinosaurios eran terrestres. Eran carnívoros, como el famoso tiranosaurio; herbívoros, como losenormes diplodocus de cuello largo; y omnívoros, como el pachycephalosaurus, con un cráneo muy duro que utilizaría para dar cabezazos. Una de sus  características comunes es la disposición de sus patas. Al igual que los humanos, los codos de los dinosaurios se proyectan hacia atrás y las rodillas hacia delante, nunca hacia los costados ni hacia afuera, como cocodrilos o salamandras. Esta disposición permitiría aguantar mejor su peso, correr más rápido e incluso facilitaría caminar sobre las dos patas traseras”, explica Collantes.

“Aunque muchos de los dinosaurios conocidos son de gran tamaño (porque los huesos grandes se conservan mejor), también los había tan pequeños como un zorzal, indica este biólogo. “Los pterodáctilos y otros animales voladores que vemos representados son reptiles que convivieron con los dinosaurios, pero pertenejavascript:void(0);cen a otro grupo, el de los pterosaurios (‘lagarto con alas’, en griego). Existían también reptiles gigantes que nadaban, como el mosasaurio, pero no se incluyen en el grupo de los dinosaurios. Y en el caso del megalodón no es ni siquiera un reptil, es un tiburón. Ningún dinosaurio volaba o nadaba, pero sí convivieron con otros reptiles que eran capaces de hacerlo”, recalca este biólogo.

– A Keith Richards no le cambiaron la sangre

Lo que nos contaron. Entre las toneladas de anécdotas que se cuentan del forajido guitarrista de los Rolling Stones, seguramente la más comentada es la de su cambio de sangre. Recordemos: Richards fue heroinómano hasta mediados de los setenta. ¿Cómo borraba el rastro de la potente sustancia de su cuerpo? Haciéndose una limpieza de sangre en una clínica de Suiza.

¿Qué hizo realmente Keith Richards en una clínica de Suiza en los años setenta?

 Lo que realmente ocurrió. Lo cuenta el propio Richards: “Alguien me preguntó cómo me había desenganchado, y le dije que había ido a Suiza y me había cambiado completamente la sangre. Era solo una broma. Me abrí la chaqueta y dije: ‘¿Qué te parece mi cambio de sangre?’. No fue nada más que una broma”. Lo que hizo el rockero en esa clínica suiza fue tratarse contra su adicción, pero no mudar la sangre.

– El ser humano no tiene razas

Lo que nos contaron. La piel de Beyoncé o los ojos rasgados de Jackie Chan se atribuyen a los rasgos que hacen visible la existencia de las razas humanas. Las primeras clasificaciones raciales se remontan al siglo XVII, coincidiendo con el imperialismo de ultramar o período colonial de la conquista de extensas áreas continentales alrededor del mundo por un puñado de reinos europeos. El viajero y médico francés François Bernier publicó en 1684 la primera clasificación de las distintas razas o especies humanas y su distribución en la Tierra. Así, estableció cuatro grupos: 1) los europeos, africanos del norte, persas, árabes, habitantes de India y de Insulindia. A ellos se sumaban los americanos, 2) el resto de los africanos, 3) los asiáticos amarillos y 4) los lapones.

Lo que realmente es. Aunque rasgos como la piel negra o los ojos rasgados se han utilizado para clasificar a las personas dentro de la raza blanca, negra o amarilla (como recogieron antiguos estudios científicos cuyos autores estaban influidos por sus propios prejuicios), la genética moderna ha demostrado que subdividir la especie humana en razas es erróneo. “No existen razas en nuestra especie. Si tenemos muestras de humanos de distinto color de piel o tipos de ojos, seríamos incapaces de separarlos en base al ADN, por lo que muchos ‘blancos’ son más parecidos genéticamente a ‘negros’ o a ‘orientales’ que a otros ‘blancos’, y viceversa. La razón es que estos rasgos físicos, que son muy llamativos, están controlados por una ínfima fracción de nuestro ADN. Unas pocas letras pueden determinar nuestro color de piel, pero contamos con 3.000 millones de otras letras que suelen ser exactamente iguales. Para aquellos grupos que son culturalmente muy distintos de otros, se suele preferir la denominación ‘etnia’, grupos que comparten características comunes como el idioma, la vestimenta o la religión, que no tiene nada que ver con la genética”, resalta el biólogo Mariano Collantes.

– No está claro que Newton desarrollara la teoría de la gravedad al caerle una manzana en la cabeza

Aunque la anécdota de Newton bajo el manzano es una de las más bellas de la ciencia, no se ha encontrado ningún registro del científico afirmando tal experiencia.

Lo que nos contaron. La escena del físico y matemático Isaac Newton sentado bajo un manzano del cual cae la fruta sobre su cabeza se encuentra grabada en el imaginario colectivo. La idea que se ha popularizado, y que han recogido series tan conocidas como Érase una vez… los inventores, es la que se refiere al golpe de una manzana cayendo sobre tan privilegiada cabeza que habría inspirado al científico a formular la gravitación universal.

Lo que realmente ocurrió. Aunque la anécdota es una de las más bellas de la ciencia, no se ha encontrado ningún registro escrito del propio Newton afirmando tal experiencia. “El arqueólogo William Stukeley, muy cercano al físico británico, fue uno de sus primeros biógrafos. En 1752, a 25 años del fallecimiento de Newton, Stukeley escribió que, conversando con el anciano científico, éste le describió algunos pensamientos que le llevaron a su descubrimiento, pero ninguno relacionado con una manzana que le golpeaba la cabeza”, describe el biólogo Mariano Collantes. En realidad, nadie sabe lo que pasó: todo apunta a que no deja de ser una leyenda que ha pasado de biografía en biografía.

– La foto del monstruo del lago Ness es un fraude

Lo que nos contaron. La primera referencia sobre el supuesto monstruo del lago escocés Ness, popularmente conocido como Nessi, apareció en 565, en un manuscrito sobre la Vida de San Columba. Narra el enfrentamiento de este santo con un extraño animal que había atacado a un niño. Con el paso de los años, diversos relatos alimentaron el mito hasta llegar al siglo XX. En 1933, el periódico Daily Mail contrató a Marmaduke Wetherell, un famoso cazador, para encontrar al legendario monstruo. A finales de ese mismo año se hallaron unas huellas en la orilla del lago que desataron la locura, pero finalmente quedó demostrado que habían sido realizadas con un pie  de hipopótamo. La humillación que sufrió Wetherell fue enorme. Pero un año después se realizó la instantánea más famosa hasta la fecha, mostrando en blanco y negro una criatura de cuello largo emergente del lago. La foto, conocida como la “fotografía del cirujano”, que probaba presuntamente la existencia del monstruo, fue tomada por R.K Wilson, considerado como un respetado cirujano de la época.

Esta instantánea, conocida como la “fotografía del Cirujano”, probaba presuntamente la existencia del monstruo del lago Ness.

Lo que pasó realmente. Todas las supuestas evidencias de la existencia de Nessie han demostrado ser grandes fraudes o falsas interpretaciones, algunas de lo más exóticas: desde restos de setsde rodajes interpretados como partes del esqueleto del monstruo a ramas de gran envergadura que imitan su preconcebida silueta. Pero la foto del cirujano se lleva la palma: el mayor fraude histórico relacionado con esta famosa leyenda duró 60 años. “La verdad la destapó Chris Spurling, hijo adoptivo de Wetherell, en su lecho de muerte, cuando le confesó su participación en la conspiración para tomar la foto. Wetherell, tras ser humillado, había decidido vengarse: involucró a sus dos hijos adoptivos, Ian y Chris (este último escultor experto), y al cirujano R. K Wilson, para que dijera que había tomado la fotografía y darle credibilidad a la historia. Su engaño consistió en crear un submarino de juguete equipado con una cabeza de serpiente marina de madera. Al final, el mismo Wetherell también confesó haber falsificado la fotografía. Sin embargo, a pesar de las confesiones, la fotografía ya formaba parte de la cultura popular”, explica Lidia Monzó, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA. Aunque el monstruo del Lago Ness no cuente con pruebas que apoyen su existencia, el mito representa un negocio turístico bien tangible para Escocia, país donde está el lago: según la publicación Management Today aporta 130 millones de libras (180 millones de euros) anuales a las arcas escocesas.

– La Gran Muralla China no se ve desde el espacio

Lo que nos contaron. En 1754, el anticuario inglés William Stukeley escribió en una carta que la muralla de Adriano solo era superada por la Gran Muralla China, “que forma una considerable figura sobre el globo terrestre y que podría ser vista desde la Luna”. En los años 30, los impresionantes 21.196 kilómetros de la Gran Muralla China también sugerían para algunas publicaciones que la enorme construcción, “el más asombroso trabajo del hombre, era el único que sería visible desde la superficie de la Luna” (Ripley’s Believe it or not!, de 1932, o el libro Second Book of Marvels, de Richard Halliburton, de 1938, que repetía la misma idea). En 2004, la NASA y la Agencia Espacial Europea publicaron unas fotografías donde supuestamente se distinguía la muralla, aunque el mismo astronauta que las realizó, Leroy Chiao, no estaba muy convencido.

Lo que realmente sucedió. Estas fotos crearon un gran revuelo pero, poco tiempo después, ambas agencias espaciales tuvieron que recular: lo que se había considerado como la Gran Muralla China era en realidad un río. “Se reiteraba lo que tantos astronautas habían declarado. Neil Armstrong, el primer astronauta en pisar la superficie lunar, afirmó que pese a haber visto lagos, ríos y continentes, no había sido capaz de distinguir ninguna estructura levantada por el ser  humano. Jeffrey Hoffman, otra astronauta de la NASA, negó haber distinguido la muralla en ninguno de sus viajes espaciales entre 1985 y 1996. El mayor golpe a este mito fue cuando el astronauta chino, Yang Liwei, afirmó en 2003 que la Gran Muralla China era invisible para los ojos que estuvieran a semejante altura, algo no sentó nada bien a las autoridades chinas”, relata Lidia Monzó, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, que recuerda que los seis o siete metros de grosor de la famosa muralla equivalen a los de una carretera convencional: “Por lo que a poco que nos alejemos de la Tierra, se vuelve imperceptible al ojo humano. La tecnología actual facilita la observación de todo el globo terrestre, pero la imposibilidad de ver la Gran Muralla China con nuestros propios ojos, o la dificultad de fotografiarla, queda más que demostrada”, sentencia.

– La pasta no la trajo Marco Polo de sus viajes a China

Una de las historias más difundidas sobre la pasta es que la trajo Marco Polo de sus viajes a China. En la imagen Gary Cooper en el papel de Marco Polo en 'Las aventuras de Marco Polo'.

Lo que nos contaron. Aunque para una mayoría representa un plato de origen italiano, la Organización Internacional de la Pasta reconoce que hay tantas teorías sobre el origen de la pasta como diferentes preparados culinarios para degustarla. Una de las versiones más difundidas atribuye a Marco Polo la introducción del estandarte de la cocina italiana actual en 1271 al regresar de uno de sus viajes por China. La idea se basa en su conocida obra el Libro de las maravillas del mundo, donde el mercader y viajero veneciano hace referencia a la pasta en el país oriental.

Lo que realmente ocurrió. La divulgadora gastronómica italiana Anna Mayer no da credibilidad a Marco Polo y sus viajes por China como origen de la pasta. “Es una anécdota bonita y fácil de recordar. Sin más”, señala. La masa de harina y agua, los constituyentes principales de la pasta, representan lo más básico en la historia culinaria, por lo que los ancestros de este popular alimento no hay que buscarlos solo en el lejano Oriente, sino bastante más cerca. “Ya se encuentran en la cultura griega a partir del siglo III a.C., con preparados con los nombres de λαγανον, μακαρια o παστα (escotilla, caballa y pasta). En el siglo I, bajo la cultura romana, los laganummacari y pasta representan los gérmenes de los contemporáneos lasaña, macarrones y pasta. También está la palabra árabe itriyah, de la que deriva tria, un tipo de pasta de masa fina presente en platos del sur de Italia”, explica esta experta, que sitúa el origen de la pasta en el Mediterráneo, alrededor de Sicilia, Campania, Calabria y Apulia, áreas por las que se extendió la Magna Grecia y que más tarde recibieron la influencia de los musulmanes. Más allá de los trozos de masa fresca de la cocina clásica de griegos y romanos los árabes dieron un paso fundamental: secar la pasta, lo que prolongó su fecha de caducidad y facilitó su transporte, comercio y consumo. “Era un alimento muy útil en las caravanas del desierto en el norte de África, y se prestaba a ser transportada por mar a Oriente Medio, Magreb y Levante español. En el siglo XIII, en Nápoles y Liguria empezó a desarrollarse una industria floreciente a cargo de los genoveses por imitación de los árabes, que producía sobre todo fidellini (espagueti)”, indica Mayer.

– Los reinos cristianos no reconquistaron la península Ibérica

Lo que nos contaron. Los libros de texto, y algunas personalidades públicas, hablan de la Reconquista para referirse al proceso histórico, entre los siglos VIII y XV, en el que los reinos cristianos de la península Ibérica buscaron el control peninsular en manos del dominio musulmán. ¿Recuerdan la famosa conferencia de José María Aznar en la Universidad de Georgetown en la que comparó la Reconquista con la lucha contra al-Qaeda? El término Reconquista data del siglo XIX, cuando la Historia se constituyó como disciplina universitaria y cuando surgió el nacionalismo español, nacido de las revoluciones burguesas, que buscó sus presuntos orígenes en la provincia romana de Hispania y, sobre todo, en el reino visigodo de Toledo. “La Reconquista era el enlace entre el reino visigodo y los Reyes Católicos, lo que implicó dejar al-Andalus fuera de la historia nacional. El historiador Claudio Sánchez-Albornoz, exiliado durante el franquismo pero con una ideología nacionalista y católica, se encargó de poner la Reconquista en el centro de la Edad Media hispana a nivel académico, como siguió siendo para los historiadores formados hasta los años 70”, describe el medievalista Ferran Esquilache, profesor asociado de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Lo que realmente ocurrió. Reconquista implica recuperar algo arrebatado. La conquista de al-Andalus no fue en ningún caso la recuperación de un territorio perdido, sino un movimiento más de expansión del modelo de sociedad feudal en la Europa de aquel tiempo. “La aparición del feudalismo explicó el cambio profundo en las sociedades norteñas, casi tribales y poco romanizadas, que resistieron a la conquista musulmana. La conquista cristiana de al-Andalus se entiende como un proceso histórico de carácter europeo, la expansión del feudalismo, similar a la conquista y colonización inglesa de Irlanda y a la conquista y colonización alemana del Báltico”, señala este historiador. A nivel académico, apenas quedan historiadores que defiendan el concepto Reconquista. Sin embargo, el término sigue suscitando discrepancias. “Hay quien prefiere seguir usándolo por comodidad, por ser reconocible para todos. Y también hay historiadores que lo rechazan por seguir llevando implícita la carga ideológica original. En cualquier caso, el debate debería trasladarse a los libros de texto escolares como un cambio profundo en la explicación de la expansión feudal sobre al-Andalus”, reconoce Esquilache.

– Los vaqueros no llevaban ‘jeans’

Heath Ledger y Jake Gyllenhaal enfundados en tejido vaquero en un fotograma de 'Brokeback mountain'.
Lo que nos contaron. Los lució Lucky Luke, el vaquero de Marlboro y los protagonistas de Brokeback Mountain. Los vaqueros americanos enfundados en tejido denim en medio del Lejano Oeste empezaron a cautivar en los años 30 a los seguidores de las películas del oeste protagonizadas por los míticos John Wayne o Gary Cooper. Una visión que creó un nuevo mercado con las variantes que introdujo H. D. Lee Mercantile Co. (el Lee moderno) creando el conocido “101 Cowboy pant” para los vaqueros, jinetes de rodeo y aficionados. Con lemas como: “En el interior de cada americano late un anhelo por el Lejano Oeste”.

Lo que sucedió en realidad. Si los famosos western hubieran reflejado el vestuario real de los vaqueros, sus protagonistas deberían haber vestido pantalones de cuero o de lino, el material de los cowboys de verdad. Sin embargo, el pantalón vaquero (por cierto, la prenda más vendida del mundo) tiene su origen como ropa de trabajo, pero no entre vacas. “El origen es confuso desde su etimología. El término jeans proviene de Gênes (Génova en francés), donde sus marineros eran conocidos por llevar pantalones muy resistentes de fustán (algodón con mezcla o de lino o de lana). En el siglo XVI el tejido se terminó llamando jene fustyan y en el siglo XVIII se fabricaba completamente con algodón y se teñía de muchos colores, creando los “pantalones jean” como ropa de trabajo. Sin embargo, a partir del XIX se hacen de denim (mezclilla), una sarga de algodón más resistente tejida en una cara con un hilado de color azul índigo y entretejido con otro sin teñir o gris, lo que permitía mostrar en zonas específicas de la prenda signos de desgaste”, relata el especialista en moda y cultura visual Fernando Aguileta. Los auténticos jeans, los pantalones de denim con remaches de cobre para evitar los desgarros, fueron patentados por Levis Strauss & Co. en 1873. “Hablamos de ropa de trabajo para los mineros de California, que también llevaron obreros y presos. A partir de los años 30 se asociaron al ocio y el tiempo libre por la influencia de artistas como Ginger Rogers, que usaba jeans para la pesca o la salidas en campamento, hasta entrar en el mundo de la moda, con el vestido envolvente de Claire McCardell”, añade.

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