“No habrá espacio para el capitalismo”: Miguel Díaz-Canel, nuevo presidente de Cuba, para continuar la Revolución
En su primer discurso como presidente, Díaz-Canel dejó pocos resquicios para la esperanza de quienes “soñaban” cambios relevantes en Cuba.
Elogió la figura de los hermanos Castro e insistió en las líneas políticas imperantes en la isla desde el triunfo en 1959 de la Revolución contra Fulgencio Batista.
“No habrá espacio para quienes aspiran a una restauración capitalista”
Cuba inicia una nueva etapa de su Revolución, caracterizada por la renovación en los liderazgos y las formas de hacer política, que incluye también una reforma constitucional en el corto plazo. Pero estos cambios se quieren llevar a cabo manteniendo los principios ideológicos y el proyecto socialista sobre los que se erige el Estado cubano, que no está en discusión, a pesar de lo que quisiera buena parte de la comunidad internacional deseosa de asistir al fin del socialismo cubano. La capacidad para contemporizar cambios y tradición, que no tienen por qué ser contradictorios, es el principal reto que tiene ante sí la nueva dirigencia. Pero es también un reto que está en las manos de la sociedad cubana en su conjunto. De todos ellos depende que la Revolución Cubana trascienda a la generación histórica que hoy entrega, simbólicamente, parte de su poder.
Durante los primeros años de la presidencia de Raúl Castro, Cuba vivió la puesta en marcha de una serie de reformas que facilitaron la actividad económica y permitieron a los cubanos cosas inéditas hasta entonces, como comprar y vender autos, abrir pequeños negocios privados o viajar al extranjero.
Pero, pese a que, según los analistas que sostienen que la economía cubana debe transitar hacia un modelo favorable al mercado y abierto a la inversión extranjera, aquellos pasos fueron insuficientes, últimamente se han congelado.
Muchos cuentapropistas, como se conoce a quienes trabajan en sus propios proyectos y no para el Estado en Cuba, denuncian que la concesión de licencias para la apertura de nuevos negocios lleva meses paralizada.
De acuerdo con la retórica oficial, el nuevo presidente acepta que debe profundizarse en el proceso de “actualización del modelo económico y social”, pero sus palabras de este jueves en la Asamblea subrayan que, sean los que sean los cambios económicos que se implanten, la libre iniciativa privada propia de los países capitalistas no es algo que contemplen las autoridades cubanas.
“El mandato dado por el pueblo a esta legislatura es el de dar continuidad a la Revolución Cubana en un momento histórico crucial”
“Continuidad” es quizá la palabra que más veces ha pronunciado públicamente Díaz-Canel en los últimos meses. El mandatario quiere así enfatizar que, pese a las expectativas de los sectores partidarios de la apertura política dentro y fuera de la isla, su gobierno mantendrá el compromiso con el sistema basado en la economía planificada y en un único partido político, el Partido Comunista de Cuba (PCC).
Díaz-Canel ha forjado su trayectoria tutelado e impulsado por Raúl Castro, quien ha dicho que el camino del primero hacia la presidencia fue metódicamente planeado por el grupo rector del Buró Político del PCC.
Además, el nuevo presidente de Cuba ha subrayado su apego a la llamada “Generación histórica”.
A ella pertenecen veteranos dirigentes como Ramiro Valdés, José Ramón Machado Ventura o el propio Raúl, que participaron en el alzamiento en armas contra el gobierno de Fulgencio Batista en 1958.
El “momento histórico” al que alude el nuevo presidente quizá sea el que viene marcado por el inexorable paso a un segundo plano de estos mandos, ancianos ya, y la necesidad de que una nueva generación que no vivió la Revolución tome el control de las instituciones del país.
Lo que toca ahora es construir el socialismo posterior sin los Castro. Ese es el nada fácil desafío que se ha planteado Díaz-Canel y tendrá que llevarlo a cabo en un contexto de incertidumbre sobre el futuro del país y del mundo en general.
“Raúl Castro Ruz, como Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, encabezará las decisiones de mayor trascendencia para el presente y el futuro de la nación”
Aunque muchos esperaban que Díaz-Canel dedicara la mayor parte de su intervención a explicar las medidas que espera impulsar de cara al futuro, hubo poco de eso.
Sin embargo, se explayó en un prolijo homenaje a la figura de su predecesor en el cargo, Raúl Castro, cuya biográfica política detalló y elogió en los términos habituales en los mensajes oficiales.
Castro sigue siendo el más alto cargo del PCC, que en Cuba es el principal órgano político y al que la Constitución consagra como “la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”.
Aunque Díaz-Canel es desde hoy el nuevo jefe de Estado y de gobierno, en el sistema cubano las grandes decisiones estratégicas y las líneas políticas a seguir se adoptan en el seno del partido, por lo que algunos cuestionan que sea él el verdadero líder del país.
Él mismo parece haber renunciado a esa categoría con su discurso de hoy y sus numerosas referencias al liderazgo del menor de los Castro.
“Tendremos que ejercer una dirección y conducción cada vez más colectivas“
Aunque Raúl Castro se mantiene “al frente de la vanguardia política”, Díaz-Canel y el resto de la dirigencia cubana no pueden ignorar que el ya expresidente tiene 86 años y que, tarde o temprano, el relevo que ahora se ha producido en la presidencia de los Consejos de Estado y de Ministros deberá llegar a las otras altas instituciones.
Consciente de que su figura no atesora el prestigio entre la militancia y los cuadros socialistas que durante décadas disfrutaron los hermanos Castro, Díaz-Canel apela al espíritu de cooperación de sus compañeros de filas y a la solidaridad colectiva para evitar que se produzcan fisuras que puedan desembocar en el derrumbe del edificio de la Revolución cuando falten sus padres fundadores.
En la nueva etapa que se vislumbra, deberán reorganizarse el reparto del poder y las responsabilidades, y no está claro que el ya presidente pueda dar por seguras las adhesiones inquebrantables con las que siempre contaron los hermanos Castro.