“Nunca la ambición de poder debe ser mayor que tu conciencia”: Vandana Shiva
Tengo 65 años. Vivo y nací a los pies del Himalaya, en Dehradun, India. Separada, tengo un hijo (34). Mi voto es para los tomates sin tóxicos. Mi política y mi religión son la tierra y la vida, su gran diversidad. Para mí cualquier cosa que vive es una divinidad, desde las semillas hasta los microbios de mi intestino. doctora en Física, ecofeminista, lucha por la justicia económica y alimentaria
Los pies en la tierra
“Los sistemas de explotación industrial del campo han contribuido a destruir un 75% de la ecología del suelo, el agua y la biodiversidad. Esta no es una receta para alimentar al mundo: es una práctica que lleva a la extinción. Perola extinción no tiene por qué ser nuestro destino”. ¿Quién alimenta realmente el mundo? (Capitán Swing), es una apuesta por retomar el control de los alimentos, de su diversidad y calidad y de revolucionar la forma en que los producimos. Comenzó su lucha siendo casi una niña y abrazándose a los árboles. Hoy, considerada una heroína medioambiental (revista Times) y con más de veinte premios internacionales, va sembrando por el mundo la posibilidad de hacer las paces con la tierra |
¿Se casó por amor?
No, lo hice porque me persiguió.
¿…?
Estaba haciendo mi doctorado, muy concentrada en mis estudios, y un amigo insistía en que nos casáramos. Así que una noche le dije: “¡Venga, vamos a casarnos!”, y así me dejó en paz.
¡…!
El matrimonio duró poco. Él volvió a India y yo me quedé en Canadá y tuve un hijo precioso. Estoy muy agradecida por ello.
¿Nunca le ha interesado el amor?
Claro, ¡es lo que conecta todo! Yo encuentro el amor por todas partes, en mi familia; en la universidad (quiero a mis colegas); en mi comunidad y dentro del movimiento que he creado.
Naydanya.
Apoyamos la agricultura local, gracias a las agricultoras y su papel tradicional de preservar las semillas que las grandes compañías se apropian, podremos nutrir al mundo. Ya tenemos más de 100 bancos de semillas comunitarios.
¿Y son mejores que las industriales?
Tienen un 60% más de nutrientes. Y amo al planeta. Se trata de ir devolviendo amor por todas partes.Mi filosofía se basa en que el planeta es una entidad viva en la que todo está conectado: los árboles, los ríos, todos los seres vivos… Esa creencia de que el amor solo se puede encontrar en una pareja nos aísla, nos empequeñece.
¿Qué ha pasado?
La forma de entender el mundo de la civilización industrial nos ha atomizado. Creemos que somos átomos sueltos, débiles. Pero nuestras acciones y decisiones están conectadas, son dependientes unas de otras.
Su doctorado versaba sobre la teoría de la no separación.
Las teorías de la era industrial nos hicieron creer que la tierra es algo inanimado, un contenedor vacío, pero una planta o una semilla es un sistema vivo super inteligente como lo es nuestro cuerpo con cien billones de microbios que necesitan comida real; están conectados.
Si lo más poderoso es la vida, ¿por qué esa necesidad de controlarla?
Por miedo a que escape al control. No tener miedo a nada, ese fue el legado de mis padres, y se consigue no teniendo ataduras. Mi madre escogió ser agricultora, solo tenía dos saris.
¿Eran pobres?
No, pero lo que tenían lo compartían. La otra lección que me dieron es que nunca la ambición de poder debe ser mayor que tu conciencia.
Si eres pobre, eres dominable.
Como dijo Gandhi, la tierra da lo suficiente para cubrir las necesidades de todos los seres, pero no para satisfacer su codicia. Ahora la división entre el tú tienes y tú no tienes ha llegado al tú vives y tú no, y combatir el derecho a la vida es el actual gran reto de la humanidad.
¿El derecho al agua, a la alimentación…?
Sí, y a la tierra de cultivo. Antes se trataba de controlar un mineral, el petróleo, un territorio, pero ahora se trata de controlar no solo la vida de las personas sino también sus mentes.
Cuénteme.
A través de las redes sociales todos nuestros movimientos, inquietudes, preferencias, relaciones.., se convierten en valiosos algoritmos en venta. Estamos en permanente vigilancia.
No lo percibimos.
Hay que volver a las relaciones reales, yo lo llamo el resurgimiento de lo real, y creo que en este nuevo movimiento los líderes serán la naturaleza y las mujeres.
¿Por qué las mujeres?
Porque son las que mantienen la agricultura ecológica local.Y la alimentación va a ser en este siglo el factor diferencial entre enfermedad y salud, es decir, alimentos reales en lugar de productos básicos industriales.
¿No son los alimentos industriales los que alimentan al mundo?
No, son las pequeñas explotaciones agroecológicas, en su mayoría en manos de mujeres, las que proporcionan el 70% de los alimentos del mundo. El 30% producido por explotación industrial causa el 75% del daño ecológico. Lo ecológico es más eficiente, más económico y menos peligroso.
No es lo que dicen los agricultores.
La mayoría de agricultores reciben subsidios para mantener a flote un sistema que fracasa, en total 4.000 millones de dólares, la mitad del presupuesto de la UE.
¿Y la eficiencia?
Cuando hablan de eficiencia se refieren a producir más, ¿pero más de qué?… El 90% de las cosechas del maíz y de soja no se destinan a la alimentación humana. Y la mitad de los hambrientos del mundo son agricultores.
La tierra sin subvención es mal negocio.
Les venden semillas estériles, químicos para tratar la tierra, les van subiendo los precios y les pagan miseria. Hay que recuperar la soberanía sobre las semillas, no pueden patentarlas y retirarlas de la circulación como si fueran suyas.
Es absurdo, sí.
Si el daño al medioambiente y a la salud pública estuviera gravado en lugar de subvencionado las cosas cambiarían. Pero los gobiernos no están por la labor. Tenemos que encontrar formas innovadoras para que la producción ecológica sea la norma y no la excepción. Agricultores y consumidores deben crear complicidad.
¿Qué le ha enseñado la vida?
Que evoluciona hacia la diversidad y hay que preservarla; que la vida es libre y que la moneda de la vida es la vida y no el dinero.