ONU: “salvar la Tierra exige poner a dieta al ser humano”

Los expertos consultados por la ONU proponen poner al planeta (y al ser humano) a dieta. Más alimentos basados en plantas. Y consumo de carne asociada a bajas emisiones de CO2. Es su receta. Los intentos de querer resolver la crisis climática centrando los esfuerzos exclusivamente en cortar las emisiones de gases sólo en las centrales eléctricas, los coches y la industria están, por sí solos, condenados al fracaso. Es imposible mantener unos niveles de temperatura seguros si no hay también una transformación del modelo de producción de alimentos y en la gestión de los suelos y las tierras del planeta. Así lo indica el informe Suelos y cambio climático aprobado en Ginebra por el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) de la ONU.

Los expertos del IPCC proponen una alimentación con más vegetales y carne ‘baja en emisiones’, así como transformar el sistema alimentario, para afrontar la crisis climática

El ser humano actualmente usa casi un tercio de las tierras disponibles para proveerse de alimentos, semillas, fibras, madera, energía y cubrir las necesidades derivadas del crecimiento de la población.

Pero, al mismo tiempo, la agricultura, la silvicultura y otras actividades vinculadas a los usos del suelo aportan ya un 23% del conjunto de los gases de efecto invernadero que calientan el planeta.

Además, si se contabilizaran también las emisiones relacionadas con el conjunto del sistema productivo de alimentos (transformación, transporte, residuos…), algunas estimaciones apuntan a que la aportación de este ámbito podría alcanzar hasta el 37% de la contribución neta de las emisiones totales.

Desde 1961 el suministro de aceites vegetales y carne se ha más que duplicado y la tasa de calorías por cápita ha aumentado un tercio.

Interacciones

La crisis climática daña los medios de subsistencia y socava la la capacidad de la Tierra para sostener a la humanidad

En paralelo, entre un 25-30% de los alimentos producidos se pierden o se convierten en desperdicios. Y, en el reverso de la moneda, unos 2.000 millones de adultos son obesos o tienen sobrepeso, aunque 821 millones de personas están desnutridas.

Y mientras tanto, los impactos intensivos de la agricultura y el sistema de producción de alimentos (que ha hecho incrementar la población hasta los 7.700 millones de personas) han agravado la erosión de los suelos y reducido la cantidad de materia orgánica presente en el terreno.

La destrucción de los bosques, las enormes emisiones del ganado y las prácticas agrícolas intensivas son la peor respuesta frente a la crisis climática, que puede empeorar aún más los impactos en las tierras.

Los suelos y las plantas tienen una capacidad limitada para asumir el CO2 procedente de las actividades humanas. Tienen un punto de saturación. Y a veces dejan de cumplir esa función cuando se trata de tierras desnudas, áridas, erosionadas, sin cubierta vegetal.

Bakersfield, en California, sufrió una sequía histórica en el 2014
Bakersfield, en California, sufrió una sequía histórica en el 2014 (/David McNew / Getty)

Los suelos, la cubierta vegetal y los bosques han sido capaces de sacar de la atmósfera más CO2 del que ellos mismos arrojaron entre el 2007 y 2016. Son un sumidero de 11,2 gigatoneladas de CO2 al año (con un balance final de 6 Gt CO2 anuales, que han quedado fijadas y neutralizadas).

Sumideros de suelos y cubierta vegetal

La respuesta natural de los ecosistemas solo supone el 29% de las emisiones de CO2 totales arrojadas a la atmósfera

Pero esta capacidad de absorción solo es el 29% de las emisiones de CO2 totales arrojadas a la atmósfera, dadas las crecientes actividades humanas.

Y no hay garantías plenas de que el suelo continúe siendo un sumidero neto de carbono, ya que el cambio climático altera los sistemas naturales

El servicio ambiental que prestan los suelos queda empañado por las emisiones de los óxidos de nitrógeno y del metano, fruto de la ineficiente fertilización y los múltiples cambios de uso de las tierras.

La deforestación, la degradación de la turberas, la erosión de las tierras o la desertización impiden que puedan desplegar mejor esa función y extraer más CO2 de la atmósfera.

Producción y consumo

Entre las respuestas para adaptarse al cambio climático, el informe del IPCC destaca el potencial que tienen las opciones relacionadas con el modelo de producción y consumo.

Las prácticas como la mejora orgánica de los suelos, el control de la erosión, la gestión eficiente de la fertilización o el uso de variedades mejoradas genéticamente -para tolerar el calor o la sequía-son opciones recomendadas. También se ofrece un amplio listado de recetas para reducir emisiones en el sector de la ganadería.

Otro modo de alimentación

Pero el ser humano debe poner mucho más de su parte. El informe aboga por el fomento de las dietas equilibradas, los alimentos basados en plantas, como grandes granos, legumbres, frutas, vegetales, así como por “alimentos de origen animal” pero asociados a sistemas productivos “resilientes, sustentables y bajos en emisiones de gases de efecto invernadero”.

Este modelo alimentario “presenta mayor oportunidad para la adaptación y la mitigación (frente al cambio climático) mientras que a la vez genera significativos beneficios para la salud humana”.

Reducir la sobrepresión

Estos cambios en la dieta pueden evitar que para el 2050 varios millones de kilómetros cuadrados de tierras deban destinarse a la producción alimentaria

Los cambios en la dieta pueden evitar que para el 2050 varios millones de kilómetros cuadrados de tierras deban destinarse a la producción alimentaria

Así, para mitad de siglo el planeta, se daría un ahorro de emisiones que totalizarán entre 0,7 y 8 gigatoneladas de CO2 equivalente con relación a las tendencias normales.

Pérdidas de alimentos en cosechas y desperdicios

La situación se paliaría también si disminuyeran las pérdidas de alimentos (en las cosechas, el transporte…) y los desperdicios alimentarios,otro factor que puede hacer reducir las emisiones de gases invernadero. Además, así se restaría presión para arrebatar nuevas áreas de tierras destinadas a la producción de alimentos.

Derroche de consumo y emisiones

Entre el año 2010 y el 2016, las pérdidas mundiales de alimentos y los desperdicios alimentarios contribuyeron entre el 8% y el 10% del total de las emisiones de gases invernadero generadas por el hombre

Entre el año 2010 y el 2016, las pérdidas mundiales de alimentos y desperdicios contribuyeron entre el 8% y el 10% del total de las emisiones de gases invernadero generadas por el hombre. Actualmente, entre el 25% y el 30% del total de alimentos producidos se pierden o se desperdician. Mejoras técnicas en los coches, en el almacenamiento en las granjas, el transporte, el envasado, en la venta o en la educación pueden hacer una gran contribución para reducir estas pérdidas.

Disminuir estas pérdidas en las cosechas y disminuir la generación de desperdicios alimentarios pueden ser también una manera de afrontar esta desmesura.

Mejorar la gestión

El informe recomienda cambios para lograr una producción alimentaria perdurable, mejorar la gestión forestal, manejar el carbono orgánico en los suelos, conservar y restaurar los ecosistemas y los suelos degradados y reducir la deforestación.

Respuestas de adaptación al cambio climático

Mejorar la gestión forestal, manejar el carbono orgánico en los suelos, conservar y restaurar ecosistemas y suelos degradado, o reducir la deforestación, opciones recomendadas

Se considera urgente actuar para proteger las turberas (pues al desnudarse estos suelos para abrir espacios a las plantaciones se liberan grandes cantidades de metano); y también las zonas húmedas, los pastizales, los manglares y los bosques.

En general, se apuesta por soluciones que no supongan más demandas e hipotecas de nuevas tierras.

El papel de los bosques

Fomentar las políticas agroforestales para captar el carbono de la atmósfera (o sea, mediante reforestación, aforestación, aprovechamiento de los productos madereros o gestión del carbono sobre suelos minerales) puede ser una buena solución, pero no es la panacea. No no garantiza per se que el secuestro del CO2 de la atmósfera quede retenido de manera indefinida en el tiempo.

Cuando el bosque madura o la vegetación y las reservas de carbono del suelo alcanzan un punto de saturación, la eliminación del CO2 de la atmósfera declina, mientras que los stocks de carbono sí pueden ser mantenidos.

Bosque denso, casi impenetrable, de Bwindi (Uganda)
Bosque denso, casi impenetrable, de Bwindi (Uganda)

De todas maneras, la acumulación de carbono en la vegetación o en los suelos siempre tiene el riesgo de sufrir futuras pérdidas de CO2 (de manera que suelos y bosques dejan de ser un sumidero que lo neutralizan para actuar como una fuente de emisión neta); esto puede pasar si se producen incendios, sequías o inundaciones, o por un mal manejo futuro de los suelos.

Así, se señala el riesgo de que un desarrollo desaforado de la bioenergía (cultivos energéticos para biocombustibles con o sin sistemas añadidos de captura o almacenamiento de CO2) podría entrar en competencia con los cultivos alimentarios y aumentar los precios de estos últimos. También podría aumentar de manera contraproducente la conversión de tierras para cultivo.

Por eso, se reclaman hacer un uso apropiado, teniendo en cuenta la escala y las condiciones del país.

Responsabilidad social y política

El consumidor debe ser consciente de que sus hábitos de compra tienen un coste ambiental, dada la existencia de prácticas agrícolas que degradan los suelos.

Por eso, el informe recuerda las necesidades de tomar medidas de buen gobierno. Ahí resalta la conveniencia de mejorar el acceso a los mercados, tener en cuenta los impactos y daños ambientales en el sistema alimentario o la oportunidad e introducir los pagos por servicios ambientales.

El documento pide a los gobiernos que echen mano de estrategias políticas (planificación ganadera ambiental, producción de certificación sustentable o aprovechar el conocimiento científico y tradicional.

Efecto de la crisis climática

El informe señala, en suma, que la crisis climática está dañando la capacidad de la Tierra para sostener a la humanidad.

En este sentido, se dibujan diversos escenarios de incrementos de temperatura futuros y les asigna diversos riesgos en cascada, que serán crecientemente elevados según aumenten las temperaturas (escasez de agua, fuegos, degradación del permafrost, estrés hídrico…).

Un mayor calentamiento conducirá a condiciones climáticas más adversas, lo que puede tener un efecto sobre la disponibilidad de agua, las migraciones y los conflictos.

La desertificación amplifica el calentamiento mediante la liberación de CO2, relacionado con una disminución de la cobertura vegetal.

“Somos un país vulnerable”

El informe científico ha sido elaborado por 103 científicos de 52 países, entre ellos tres investigadores españoles. “Una vez más la comunidad científica internacional lanza un claro mensaje de urgencia: es necesario garantizar, en el corto plazo, un uso sostenible de la tierra. Nuestro país no puede ser ajeno a este ineludible proceso de transformación, dado que somos un país vulnerable al cambio climático y a sus fenómenos asociados”, explica la ministra para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera.

Valoración de Teresa Ribera

“Somos un país vulnerable al cambio climático y a sus fenómenos asociados”, recuerda la ministra para la Transición Ecológica en funciones

“El mensaje de la ciencia ha de traducirse en medidas en todos los ámbitos de la administración pública y en todos los sectores vinculados al uso del suelo. Apostar por una gestión realmente sostenible de la tierra es fundamental para afrontar desafíos queafectan particularmente a España, como puede ser el riesgo de desertificación, la erosión o la pérdida de biodiversidad”, añade la ministra. “Además, este tipo de acciones reportan beneficios sociales y económicos en el corto plazo, favoreciendo el desarrollo sostenible y fijando población en los medios rurales”, expone.

Este es el segundo informe especial que el IPCC elabora en su actual ciclo de evaluación global, que es el sexto desde que se constituyó.

El primero de ellos, presentado en Corea del Sur el pasado mes de octubre, analizó los impactos del calentamiento global de 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales y las trayectorias correspondientes.

Un decálogo que resume el informe

1) Los usos humanos afectan directamente a más del 70% de la superficie mundial libre de hielos.

2) La presión humana (agricultura, bosques, sistema alimentario, disponibilidad de alimentos) han causado un incremento de losgases invernadero, pérdida de ecosistemas naturales (bosques, sabanas, pastizales, humedales).

3) Los datos desde 1961 muestran que el suministro por cápita de aceite vegetal y carne se ha más que duplicado.

4) El suministro de calorías de alimentos por cápita se ha incrementado un tercio.

5) Entre el 25-30% de los alimentos totales se pierden o desperdician.

6) Los cambios en las pautas de consumo han contribuido a que2.000 millones de adultos sean obesos o tengan sobrepeso. Se estima que todavía hay 821 millones de personas desnutridas.

7) Una cuarta parte de las tierras libres de hielo están sujetas a la degradación inducida por el hombre.

8) Entre 1961 y 2013, las áreas secas que sufren sequía se ha incrementado de media poco más de un 1% al año.

9) En el 2015, 500 millones de personas vivían en áreas que habían sufrido desertificación entre los años 1980 y los años 2000.

10) El cambio climático puede exacerbar los procesos de degradación mediante un incremento de la intensidad de las lluvias, inundaciones, sequías frecuentes y severas, olas de calor, derretimiento de permafrost. Sus resultados, no obstante, pueden ser modulados por la gestión de los suelos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.