PASSIONS’. Sarkozy “Ser joven es una gran ventaja para conquistar el poder pero una debilidad para ejercerlo”

Sarkozy retrata entre halagos y dardos a la clase política francesa en su nuevo libro
Nicolas Sarkozy

El expresidente francés retrata, entre halagos y dardos: a la clase política francesa, en su nuevo libro,

Alterna las opiniones amables, incluso cariñosas, con los dardos envenenados. El libro de Nicolas Sarkozy, que salió ayer a las librerías, lleva un título muy apropiado: Passions . El expresidente francés puntualiza que no son sus memorias, ni tampoco el relato histórico de una época. En su escritura, durante seis meses, no consultó archivos ni documentos. Se fio sólo de su memoria, de sus impresiones, de sus sentimientos.

La aparición del libro, que se mantuvo en secreto hasta pocos días antes, tiene lugar en un momento bastante delicado para Sarkozy. El exjefe de Estado será juzgado por presuntamente haber corrompido a un magistrado. También pesa sobre él, en otro caso judicial, la acusación de haber aceptado dinero del dictador libio Gadafi en la campaña electoral del 2007 que lo llevó al Elíseo.

Algo tendrá que ver con lo anterior el hecho de que Sarkozy vuelva a colocarse en primer plano con un libro de tono intimista, agridulce, en el que retrata de manera muy dispar a personajes relevantes de la política francesa.

En Passions ocupa protagonismo Jacques Chirac, principal mentor de Sarkozy. Este no esconde su admiración por un político cuya principal baza era su estoicismo y su sangre fría, aunque también insinúa cierto cinismo. “En el fondo, tan indiferente a todo como a todos”. A Sarkozy, que es bajito, le impresionaba la estatura de Chirac y su energía. Lo describe así: “Era como un actor americano en esas películas inolvidables llenas de héroes que no tenían debilidades, ni miedo, ni defectos”.

Su mentor

Sarkozy no oculta su admiración por Chirac: “Era como un actor americano en esas películas inolvidables llenas de héroes que no tenían debilidades, ni miedo, ni defectos”

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El socialista François Mitterrand también le fascinaba, por otros motivos. En el libro recuerda una conversación que tuvieron durante un viaje a Samarkanda (Uzbekistán), en abril de 1994. El anciano presidente, ya muy debilitado por el cáncer que sufría, le previno de que las ambiciones políticas exigen sacrificio. Le explicó que él mismo necesitó treinta años de patearse Francia, pero al final se impuso a otros que eran más inteligentes. “¡La tenacidad, monsieurSarkozy!”, le dijo, a modo de consejo.

De quien fue su primer ministro, François Fillon, Sarkozy no hace un retrato muy positivo. Explica que su imagen pública, de hombre calmado, ponderado y discreto, esconde actitudes de fragilidad y de rencor. Tampoco deja muy bien a Alain Juppé. Alaba su preparación pero le reprocha una arrogancia de clase y poca psicología en el trato humano. Juppé creía que Sarkozy era demasiado impetuoso y que la presidencia de la República le correspondía antes a él, por ser diez años mayor.

Con Ségolène Royal, su rival en las presidenciales, Sarkozy es cruel. Recuerda, con acritud, sus críticas por haber comprado un nuevo avión oficial y la acusa de querer dar siempre lecciones.

A su esposa, Carla Bruni, le dedica piropos. Asegura que le ha enseñado muchas cosas, como que “un día sin leer, sin ver una película, sin ver una exposición, es un día perdido”.

También reciben halagos el actual presidente, Emmanuel Macron –que le ha tratado con mucha deferencia y con quien cultiva una buena relación–, su esposa Brigitte y el primer ministro, Édouard Philippe. Según Sarkozy, ser joven es “una gran ventaja para conquistar el poder pero una debilidad a la hora de ejercerlo”. Él mismo se siente víctima de “esta contradicción”, como le sucedió a Valéry Giscard d’Estaing, y desea a Macron que “la resuelva mejor que sus predecesores, yo incluido”

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