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Este herbívoro de cuatro patas, cabeza diminuta y cuello y cola muy largas habitó el trópico hace 175 millones de años
Hace 175 millones de años paseaba por lo que hoy se conoce como la Serranía del Perijá, en el departamento del Cesar, al norte de Colombia, un dinosaurio herbívoro de cuatro patas fuertes y robustas, cabeza diminuta y cuello y cola muy largos, que hasta esta semana era un desconocido para la ciencia. El descubrimiento de esta nueva especie de dinosaurio, la segunda de origen colombiano, ayuda a entender mejor la historia evolutiva de estos gigantes prehistóricos en Suramérica.
—¿Podemos decir que tenemos un nuevo dinosaurio colombiano?
—Sí, definitivamente. Esta especie no parece tener relación con dinosaurios que habitaron el trópico durante el Jurásico temprano.
Quien responde es Aldo Rincón Burbano, profesor del Departamento de Física y Geociencias de la Universidad del Norte, en Barranquilla, y autor principal del artículo que describió la nueva especie, publicado en la revista Journal of Vertebrate Paleontology. “Las principales diferencias de nuestro dinosaurio con los demás están en la morfología preservada de la vértebra”, cuenta Burbano a EL PAÍS. Rincón Burbano trabajó en esta investigación con Jeffrey Wilson Mantilla, paleontólogo en la Universidad de Michigan, Estados Unidos; Martín Ezcurra, curador del Museo Argentino de Ciencias Naturales; Harold Jiménez, geólogo de la Universidad EAFIT, en Medellín, y con Daniel Raad, geólogo de exploración de la Universidad del Norte.
Raad revela que bautizaron a la nueva especie de dinosaurio Perijasaurus lapaz: “Perijá por el lugar donde fue hallado el fósil y lapaz en homenaje al acuerdo de paz firmado entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC en 2016″, explica el geólogo. La entrega de armas y la disminución de la intensidad de la guerra permitieron que los científicos entraran y estudiaran con tranquilidad una zona de difícil acceso, controlada durante mucho tiempo por la guerrilla.
De hecho, el profesor Aldo Rincón cuenta que durante el año en el que estuvieron haciendo trabajo de campo, buscando fósiles y tomando muestras, se hospedaron en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Tierra Grata, una zona ocupada por excombatientes que firmaron el acuerdo de paz y que ahora se dedican al ecoturismo y a la logística para el avistamiento de aves en paisajes naturales. “Me gustó tener la oportunidad de visitar la Serranía del Perijá después de los acuerdos de paz. Desafortunadamente, el ingreso para los científicos estuvo restringido por muchos años”, dice Rincón.
Fósiles gigantes en vez de pozos de petróleo
La historia del descubrimiento del dinosaurio Perijasaurus lapaz comienza el 27 de marzo de 1943. Ese día, en medio de una campaña de exploración petrolera, un geólogo de la Tropical Oil Company encontró un pesado y extraño fósil de medio metro de alto y ancho que no parecía corresponder a ningún animal de la zona. El hallazgo se dio entre las cuencas del río Cesar y el río Ranchería, en medio de la Serranía del Perijá, cerca a una carretera que va hacia el municipio de Manaure, en La Guajira.
El geólogo que buscaba pozos de petróleo se había encontrado una vértebra de la columna dorsal de un dinosaurio, pero no lo sabía. Se llevó el hueso con sedimentos a Estados Unidos y lo entregó a las colecciones científicas de la Universidad de California, en Berkeley. Doce años después, en 1955, se publicó un artículo preliminar titulado A Sauropod Dinosaur from Colombia. En el documento no se especificaba qué especie era ni qué importancia tenía el hallazgo para la ciencia. Lo único que revelaba era que el fósil pertenecía a los sauropodos, dinosaurios herbívoros de cuello largo. Después de la publicación del artículo, el fósil quedó en el olvido durante décadas.
Fue solo hasta 2018 cuando el paleontólogo Jeffrey Wilson Mantilla logró la financiación de una beca Fulbright para estudiar el fósil con el profesor Burbano y los demás científicos. Los investigadores limpiaron el hueso, le quitaron el yeso y el pegamento que le habían puesto hace décadas y descubrieron partes de la vértebra que en principio no se parecían a ninguna otra especie. “Pudimos visualizar mejor las delicadas láminas óseas que interconectan la columna vertebral, las articulaciones intervertebrales, las articulaciones de las costillas”, explica Mantilla en un comunicado de prensa de la Universidad del Norte.
Los científicos, entonces, crearon un modelo tridimensional mediante fotogrametría con las impresiones en 3D de la vértebra que realizaron en la Universidad del Norte y en la Universidad de Michigan. Los modelos tridimensionales de la vértebra son de libre acceso en el Repositorio en línea de fósiles de la Universidad de Michigan. Fue justo en ese proceso de limpieza que los científicos descubrieron que el fósil tenía características morfológicas únicas, que lo diferenciaban de las demás especies descritas, y que decidieron tratar de ubicar el lugar donde el viejo geólogo petrolero había encontrado el hueso.
Siguiendo el rastro de un antiguo mapa
Daniel Raad recuerda que en 1943 los geólogos de la petrolera dibujaron un mapa a mano en el que mostraban la localización del fósil y la profundidad en que lo habían encontrado. “Lo que hicimos fue una superposición con ese mapa y un mapa actual para ir a la localidad donde fue encontrada la vértebra”. Con la guerrilla en armas no habrían podido ir. “Ahí se levantó una columna estratigráfica con el fin de identificar la capa de dónde provenía la vértebra”, cuenta Raad. El científico explica que dentro del fósil todavía se conservaba sedimento y que eso les ayudó a encontrar la capa donde estaba originalmente la vertebra. “Allí encontramos restos de hojas y troncos fosilizados, lo que concuerda con un ambiente de alto potencial de preservación, es decir, dónde se pueden encontrar muchos fósiles”.
De acuerdo con Raad, los fósiles de la vegetación encontrados cerca a la vértebra revelan que el Perijasaurus lapaz “vivió en un área boscosa ribereña de bajas pendientes”. Raad y Rincón coinciden en la relevancia científica del hallazgo, no todos los días se descubre para la ciencia una nueva especie de dinosaurio, y menos en Colombia. Las intensas temperaturas y las lluvias constantes de la región han hecho que la conservación de los fósiles en buen estado sea muy difícil. De hecho, en 1943, cuando fue descubierta la gran vértebra, esta era la evidencia de un saurópodo encontrada más al norte de América, la única por fuera de la Patagonia, Argentina. Hoy en día, casi 80 años después, lo sigue siendo.
“La importancia de este nuevo género y especie en el trópico”, dice Rincón, “es que nos permite entender un poco mejor el origen de los saurópodos, así como la raíz de los ancestros de aquellos saurópodos encontrados en rocas del Cretácico, en Argentina. Raad está de acuerdo y concluye: “La relevancia científica radica en que este nuevo dinosaurio nos ayuda a comprender cómo fue la evolución de estos grandes dinosaurios en los trópicos, una zona poco explorada”.
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