Recaptura del ex-FARC Jesús Santrich, un nuevo capítulo de la llamada “crisis política en Colombia”
El tribunal de paz había ordenado la liberación del exguerrillero, sobre el que pesaba una orden de extradición, pero la justicia ordinaria le imputó nuevos cargos
En un sorprendente giro en medio de la crisis institucional que sacude Colombia, Jesús Santrich fue recapturado en las puertas de la cárcel. El excomandante de la extinta guerrilla de las FARC, requerido por la justicia de Estados Unidos acusado de narcotráfico, estaba a punto de salir en una silla de ruedas de la prisión de máxima seguridad de La Picota la tarde de este viernes —dos días después de que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) hubiese ordenado su liberación inmediata— cuando fue abordado en la puerta por agentes de la fiscalía. Un helicóptero de la policía lo trasladó al búnker de la Fiscalía General.
La decisión de la JEP que ordenaba la libertad inmediata de Seuxis Paucias Hernández Solarte —el nombre legal de Santrich— “fue oportunamente acatada”, aseguró la Fiscalía en un escueto comunicado. Sin embargo, agregó el ente investigador, “como producto de la cooperación judicial internacional, en las últimas horas se han incorporado nuevas evidencias y elementos de prueba que dan cuenta con claridad de las circunstancias de tiempo, modo y lugar de las presuntas conductas de concierto para delinquir con fines de narcotráfico atribuidas a Hernández Solarte”. Dadas estas nuevas evidencias, se emitió la nueva orden de captura —sin fines de extradición—.
El inesperado movimiento de la fiscalía, enfrentada en varios frentes al sistema de justicia transicional, agrava la crisis política que atraviesa Colombia. La decisión de la JEP de otorgarle a Santrich la garantía de no extradición contemplada en los acuerdos de paz enfrentó enormes resistencias y desató un potente terremoto político que se saldó con las renuncias del fiscal general, Néstor Humberto Martínez; la vicefiscal María Paulina Riveros; y la ministra de Justicia, Gloria María Borrero. “La institucionalidad entera será implacable contra la reincidencia criminal”, declaró el presidente Iván Duque. El mandatario, un crítico de los diálogos de paz, había manifestado previamente su respaldo a la decisión de la procuraduría de apelar el fallo de la JEP.
En una tensa jornada cargada de dramatismo, un Santrich convaleciente atravesaba las puertas de la Picota poco antes de las cinco de la tarde y en medio de un fuerte operativo de seguridad que incluyó al escuadrón antidisturbios. Antes del mediodía la Fuerza Política Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), el partido surgido de la extinta guerrilla, denunció que Santrich estaba herido. La autoridad penitenciaria informó después que el excomandante rebelde se “autolesionó levemente” al hacerse heridas en los brazos mientras esperaba su excarcelación. “Fue atendido por un médico del centro penitenciario y se encuentra bien de salud y estable”, declaró a los medios William Ruiz, director del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), sin entregar mayores detalles.
Poco antes se había conocido una escueta carta de puño y letra del propio Santrich, que siempre se ha declarado víctima de un “montaje judicial”, en la que lamentaba que hacia las 11.00 de la mañana no se había producido la liberación ordenada por la JEP. Según la misiva, el director de la cárcel no le había explicado ni a él ni a sus abogados la demora en el cumplimiento del fallo. “Sigo en celda de aislamiento y he permitido los exámenes médicos que me solicitaron”, añadía. “Me han allanado la celda dos veces”.
Santrich fue una de las voces más radicales en el equipo negociador de las otrora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que selló un histórico acuerdo de paz en noviembre de 2016 con el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018). Escogido en un principio para ocupar uno de los diez escaños en el Congreso que el pacto le otorga a la FARC, lleva más de un año detenido en Colombia después de que un juzgado de Nueva York lo acusó de conspirar para exportar 10 toneladas de cocaína a Estados Unidos.
En una decisión largamente esperada, la sección de revisión de la JEP decidió el miércoles conceder a Santrich la garantía de no extradición. La sección argumentó que no pudo evaluar su conducta ni determinar la fecha debido a que Estados Unidos no remitió la evidencia que supuestamente lo compromete en un delito cometido después de la firma del acuerdo de paz. La fiscalía aseguró este viernes que dentro de las nuevas evidencias obtenidas por fiscales colombianos está la declaración de Marlon Marín Marín, privado de su libertad en Estados Unidos por el mismo caso de narcotráfico en que la justicia norteamericana requiere a Santrich. Marín es sobrino de Iván Márquez, el exjefe negociador de las FARC que decidió apartarse del partido tras la primera captura de Santrich y se encuentra en paradero desconocido. Su recaptura ahonda la incertidumbre que rodea la implementación de los acuerdos de paz.
Escribe: SANTIAGO TORRADO VILLAMIZAR, corresponsal de EL PAÍS de España, en Colombia