Reforma fiscal en Costa Rica
El presidente recién electo, Carlos Alvarado, se encuentra en el proceso de convencer a los diputados que salieron victoriosos en la última elección y a la oposición para aprobar la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas por la vía rápida. Sin embargo, tanto consumidores asociados como sindicatos laborales y empresarios, han pedido y reclamado en las calles suspender el tratamiento y establecer una mesa de diálogo.
La economía en Costa Rica
Desde hace algunos años la economía de Costa Rica mantiene un crecimiento sostenido. Entre 2012 y 2017 el PIB creció, en promedio, un 3,6%. Sin embargo durante ese período no se ha logrado revertir el déficit comercial ni el fiscal.
Como menciona el Compendio Económico de la República de Costa Rica1, el país adoptó un modelo económico “para integrar al país a la economía global” logrando, además de aumentar el PIB, aumentar la proporción de deuda total un 15% en el período mencionado -alcanzando un 65,5% de deuda/PIB para el año 2017-. Para 2016 los servicios de la deuda alcanzaron el 50% de las exportaciones.
Las inversiones extranjeras han logrado revertir el déficit algunos años, sin embargo, su comportamiento no fue lineal: entre 2015 y 2016 las mismas cayeron un 8,5%. El financiamiento también se hace presente a través del Fondo Latinoamericano de Reservas, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y el Banco Centroamericano de Integración Económica. Estas instituciones apoyan y promueven la reforma fiscal en el país como medio para solucionar los desequilibrios.
La reforma
La reforma que se pretende aprobar consiste en gravar los salarios mayores a 2,1 millones de colones (la canasta básica es de 47.631 colones)2, elevar el impuesto a la renta al 15% y cambiar el impuesto a las ventas existente por el impuesto al valor agregado (IVA). La tasa de aplicación de este último impuesto no cambiaría -13%-, sin embargo el impuesto sería aplicable a todos los bienes y servicios3 (estos últimos, exentos en el esquema actual).
El impuesto al valor agregado se considera un impuesto regresivo y por esta razón algunos legisladores propusieron dejar fuera de imposición aquellos bienes considerados de primera necesidad (pero la tasa de estos bienes y de aquellos necesarios para la producción se mantuvo en el proyecto en un 2%).
Ante esta reforma, se considera que la sumatoria del gravamen sobre los servicios, sobre los artículos de la canasta básica y el tope al plus asignados a los trabajadores, podrá tener un impacto negativo en el nivel de pobreza (20%, actualmente) y en la desigualdad de la distribución del ingreso (0,51).
Al mismo tiempo, es probable que la aplicación generalizada del IVA provoque la reducción del consumo que, junto con las exportaciones, se encuentran motorizando la economía. Desde este punto de vista es que los empresarios reclaman que se compense el déficit, no sólo aumentando los ingresos del Estado vía impuestos, sino reduciendo los gastos del mismo, amparados en el discurso de los organismos internacionales al respecto. Los trabajadores, por su parte, reclaman que se avance sobre aquellos que evaden los impuestos.
Consideraciones finales
Al igual que en gran parte de los gobiernos de la región, por ejemplo México y Argentina recientemente, se vuelven a implementar medidas de ajuste sobre la población. Con la idea de que aplicar altos impuestos puede desincentivar la inversión, son los trabajadores los que ven recortados sus ingresos: indirectamente, vía impuestos al consumo o, directamente, con el recorte de beneficios sociales -teniendo que pagar por deudas que en gran parte son adquiridas para sostener los privilegios de los más favorecidos-.
Al margen de lo cuestionable de los resultados de estas medidas, es necesario identificar que esta dinámica de endeudamiento, acumulación de servicios de deuda, ajuste, se repite sistemáticamente en este tipo de modelos económicos. El endeudamiento externo es un arma de doble filo si no se utiliza para que genere nuevos ingresos.
Es necesario crear nuevos modelos económicos, acordes a las características de nuestras economías, para dejar de caer en el círculo vicioso del crecimiento, endeudamiento y ajuste.