CHINA. La visita de Kim Jong-un
No faltó nada. La capital Pekín estuvo cercada durante los días de la visita: un tren verde con rayas amarillas blindado, autos oficiales, policías motorizados y agentes en todas las esquinas llamaron la atención de la prensa mundial, que comenzó a sospechar que algo particular pasaba.
Kim viajó junto a su esposa, Ri Sol-ju, y sus funcionarios más leales: Choe Ryong-hae, su número dos; los vicepresidentes del Comité Central del Partido de los Trabajadores, Choe Ryong Hae y Pak Kwang ho; el ministro de Exteriores, Ri Yong-ho; y el director del Departamento Internacional del Partido único, Ri Su Yong
Fue recibido con todos los honores correspondientes: hubo una ceremonia de bienvenida con militares, fotos para la prensa, una comida íntima entre las dos parejas, un banquete ofrecido en su honor en el Gran Palacio del Pueblo en la plaza Tiananmen, una recorrida por lugares emblemáticos e incluso un momento para el té
La visita de Kim a Pekín es un espaldarazo para la diplomacia china, que pudo parecer marginada cuando se anunció la cumbre de Kim y el presidente de Estados Unidos , Donald Trump . El líder norcoreano no se había reunido con el presidente chino desde que sucediera a su padre, Kim Jong Il, hace seis años.
En los últimos años, las relaciones bilaterales se habían tensado a causa del creciente apoyo de Pekín a las sanciones económicas de la ONU, destinadas a poner freno a los programas balístico y nuclear de Pyongyang.
Antes de su encuentro con el republicano, Kim Jong-un prevé reunirse también con el presidente surcoreano Moon Jae-in a finales de abril en la zona desmilitarizada que separa ambos países.
Desde que sucedió a su padre al frente del país, hace siete años, Kim no se ha reunido nunca con un líder extranjero, algo que puede haber cambiado en Pekín. La misteriosa visita, que ahora se confirma, sitúa de nuevo a China en la primera línea de las negociaciones coreanas, después de unos meses en los que el protagonismo se había trasladado a Seúl y Pyongyang a raíz del deshielo olímpico entre ambas capitales. Pekín ha recibido las presiones de la Casa Blanca durante los últimos tiempos para que aplique las sanciones internacionales contra Corea del Norte; algo que ha hecho con mayor celo en el último año. Una presión que, según los analistas, es uno de los factores clave para que Pyongyang parezca ahora más abierta al diálogo.
Recibiendo al líder norcoreano en un momento tan clave, China, el principal aliado y socio comercial de Corea del Norte, deja claro además que sigue teniendo mucho que decir en el proceso. Y acudiendo a Pekín, Kim intenta congraciarse con el presidente Xi Jinping, recién reforzado en el poder. Con años por delante al mando, Xi será clave para la economía norcoreana: una palabra suya bastará para suavizar —o endurecer— el efecto de las sanciones. La visita llega, además, solo unos días después de que Trump anunciase la imposición de aranceles a China sobre importaciones valoradas en 60.000 millones.
La visita confirmada del alto dignatario llega en medio de una intensa actividad diplomática para preparar la cumbre intercoreana de finales de abril en Panmunjom, en la frontera entre los dos países; y, sobre, todo, para preparar la reunión entre Kim Jong-un y el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciada para mayo.
Altos funcionarios de las dos Coreas se reunirán el jueves para pergeñar detalles; el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, se encuentra en Moscú, presumiblemente también para abordar los acontecimientos en la península coreana.