Reflexión respecto a la elección Presidencial en la República Bolivariana de Venezuela
En las elecciones del domingo 20 de mayo 2018, el pueblo venezolano reinstaló en el gobierno a Nicolás Maduro con un amplio margen favorable respecto a los otros candidatos…
Elección que se realizó con normalidad aunque en medio de arduas disputas, atentados, boicots, de la oposición nacional e internacional y hasta amenazas de los EEUU que ya salió a decir que “promete rápidas medidas” contra Venezuela tras el triunfo.
Esto me dice que al menos en algo estos gobiernos “débiles” molestan al gran imperio, sus intereses se ven afectados de alguna manera, lo que produce si no mi admiración, al menos mi respeto. O más aún, mi consideración y hasta mi silencio si algo de sus políticas no apruebo.
EEUU no se preocupó, sino todo lo contrario, se ocupó, cuando el derrocamiento de Zelaya en Honduras, octubre 2009. Gobierno elegido democráticamente en 2006 y a partir de esa destitución creció de manera exponencial el índice de violencia y desigualdad social, así como la corrupción en el país centroamericano.
Tampoco los gringos perdieron el sueño cuando el golpe empresarial contra Lugo, en Paraguay; destituido en un juicio sumarísimo por el Senado considerado el más corrupto de América. Lugo no fue el modelo a seguir en cuanto a eso de pararse contra los gringos, pero no reaccionó frente a la movilización popular y apoyó el protocolo regional de compromiso con la democracia en el Mercosur, eso bastó para que cayera en desgracia.
Vale recordar que los EEUU fueron aliados, además, del sanguinario Stroessner, que duró en el poder 35 años dejando un tendal de miles de muertos, desaparecidos, perseguidos, por su enraizado odio anticomunista.
No voy a detenerme en el análisis electoral, ese lugar le corresponde a los analistas políticos, yo apenas pretendo en medio de una gran incógnita personal, detenerme en los comentarios de la izquierda internacional que inmediatamente conocido el resultado comenzó a mostrar su disgusto. Maduro no es marxista, luego, no sirve aunque los venezolanos piensen lo contrario.
Y hablo como marxista. Y hablo sabiendo que los procesos llamados “progresistas” causan demoras para la construcción del socialismo, pero veo algo que va más allá de deseos, teorías y voluntades. Veo la ningunización del terrible peligro que se cierne sobre ese país petrolero, que fue tan solidario con Argentina en sus peores tiempos.
Me sorprende que no se analice que frente a Venezuela Bolivariana, precisamente en Colombia, el imperio clavó 7 bases militares con sus cañones y tropas a punto de intervenir cuando lo consideren necesario. Entre éstas y cerquita de Venezuela están las de Larandia, Tres Esquinas, Arauca, Puerto Leguízamo, Leticia y Florencia, ahí nomás, listas para entrar en acción y cobijando terroristas.
No olvidaron cubrir flancos, ya que están listas las tropas de asalto norteamericanas acantonadas en las bases de “control y monitoreo”, Reina Sofía, de Aruba, y Hato Rey, de Curazao. Proyecto contenido en un extenso documento del Comando Sur de los Estados Unidos, denominado “Operación Venezuela Freedom-2”.
Maduro no es marxista, pero que molesta, molesta…ya por eso solo merece mi cuidado al expresarme sobre su política. Y mucho más asumiéndome marxista.
Entre la “sorpresa” que embarga a más de uno respecto a que haya un presidente que “habla con un pajarito” me pregunto si hablan en serio al esbozar esas disquisiciones, cuando esa expresión podría considerarse parte de una cultura religiosa.
¿No se ha dicho más de una vez que el presidente Maduro es budista? ¿No sería igual que si los ateos nos dedicáramos a defenestrar a los católicos porque hablan y prometen y piden milagros a un “amiguito invisible”, hijo de una mujer con una historia reducida a una paloma?
¿O que las personas sin fe religiosa nos sorprendamos de que haya gente que cuelga de sus cuellos y hasta del de los niños, la figura de un hombre masacrado, torturado, crucificado luego de terribles tormentos también por haber sido el primer comunista de la historia según crónicas repetidas? Pero volviendo al tema elecciones en Venezuela, pretendo decir que más allá de lo que represente ese gobierno con todas sus “falencias”, no podemos dejar de ver la hidalguía de un pueblo que aún víctima de un brutal bloqueo, se animó a reinstalar al “tirano” que les “impide” satisfacer sus necesidades básicas.
O será como me dijo ayer por whatsapp una entrañable amiga y camarada periodista, docente, escritora y poeta marxista venezolana, Yury Weky, autora de varios libros sobre marxismo y revolución, al transmitirme los resultados electorales: “Votamos las y los venezolanos a quienes las necesidades no nos restó fortaleza moral y política. Venció la vida, la libertad, la conciencia patriótica, la dignidad”
Me pregunto entonces también como marxista: ¿en qué página de la historia de los clásicos existe la teoría que me diga que debo cuestionar desde lejos la voluntad de 6 millones 190 mil 612 venezolanos?
Creo que nos debemos ese debate en la izquierda internacional mientras en Argentina, mi país, no podamos alcanzar algo que aunque “demore al socialismo”, al menos nos quite esta desgracia que nos cayó por la irresponsabilidad de un pueblo que votó a su propio verdugo aún sin haber sufrido las necesidades que sufre el pueblo venezolano. Vale la misma conclusión para países hermanos.
(Y de paso deberíamos tener en cuenta que a EEUU el triunfo macrista tampoco le movió un pelo como preocupación, digamos…)
Creo que de los manuales de formación se nos perdió alguna hoja en el camino, debe ser la del respeto a la autodeterminación de los pueblos y la de la solidaridad internacionalista. Siento que vez estamos más lejos de esa frase sublime con fuerza de consigna: Proletarios del mundo, UNIOS!!!!!!!