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En un salón de 17 estudiantes para el doctorado de matemáticas de la Universidad de Stanford a finales de los noventas había una sola mujer: Tatiana Toro. Y aunque ella nunca se sintió como una minoría, sí logró abrirse paso en el mundo académico de Estados Unidos y se ha configurado como una de las figuras latinas clave entre esas instituciones.PUBLICIDADuuid-in-package:868c9c52-f91f-bbcf-9275-bbcff91f868c

Tatiana es colombiana, estudió su pregrado en matemáticas en la Universidad Nacional, salió de Colombia 1987 a seguir su vida académica en Estados Unidos y en agosto de este año se convertirá en la sexta mujer en ser la directora del Instituto de Investigaciones en Ciencias Matemáticas (MSRI) en Berkeley, California.

Toro también fue nombrada como la nueva vicepresidenta de la Unión Matemática Internacional, y se convierte en la primera colombiana en ocupar ese cargo.

La matemática colombiana dice que, en su momento, nunca dimensionó el importante paso que la llevó de saltar de la Universidad Nacional a hacer su doctorado en Stanford, una de las mejores universidades del mundo.

“Apliqué a muchos sitios y Standford me aceptó. Yo la verdad no sabía mucho de esa universidad. Debo confesar que ni siquiera sabía dónde estaba ubicada. En ese momento uno no podía buscar en Google”, cuenta Toro con una sonrisa y agrega que conoció el primer computador en su vida cuando llegó a Stanford.

Tatiana es bogotana, estudió en el colegio Liceo Francés, tuvo la oportunidad de estudiar una parte de su pregrado en Francia, pero por razones familiares tuvo que regresar a Colombia y terminar su carrera profesional en la Universidad Nacional.

“Mi papá y mi mamá son egresados de allá y ahí era la única posibilidad para nosotros desde el punto de vista financiero. Entonces yo comienzo en la Nacional en 1983 y en 1984 hay una manifestación muy grande que lleva a la toma de la Universidad por parte de las Fuerzas Armadas y al cierre de un año. Entonces, de cierta manera me quedo sin la posibilidad de estudiar y gracias a mis profesores logro comenzar a validar materias y hago la carrera en tres semestres”.

Después de graduarse de la Universidad Nacional, Toro solo tenía claro que quería seguir la vida académica y empieza a buscar universidades y se postula a Stanford y se convierte como la primera mujer en su clase de doctorado de matemáticas.

“Yo cuando me gradué de la Nacional no sabía qué hacer… solo sabía que quería hacer matemáticas, pero no tenía ni la más mínima idea de qué iba a hacer una vez hiciera el doctorado en matemáticas, pero eso no importaba”, dice.

De ahí en adelante ha logrado ocupar cargos destacados como parte del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, en la Universidad de California en Berkley y en la Universidad de Chicago. Y se vinculó a la U. de Washington desde 1996.

El proceso para volverme directora duró un año porque hubo varias entrevistas y realmente me sentí muy honrada porque no soy una director tradicional porque soy una mujer latina”.

Desde entonces ha avanzado en su papel como investigadora y lleva varios años vinculada al instituto que ahora va a liderar por cinco años; primero como miembro y más tarde como codirectora del Comité Científico.

El proceso para volverme directora duró un año porque hubo varias entrevistas y realmente me sentí muy honrada porque no soy una director tradicional porque soy una mujer latina. Realmente el comité fue capaz de ver más allá y de pensar que yo lo que ofrecía era lo que el instituto quería”, cuenta.

Ser mujer en la academia

Para Tatiana Toro ser mujer nunca ha sido un impedimento, pero reconoce que es porque en su casa le enseñaron que ella era tan capaz como los hombres para hacer cualquier cosa.

Eso sí, las cifras demuestran que las mujeres en sectores como el de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por su sigla en inglés) son todavía minoría y que queda un largo trabajo por hacer.

“Los números no han cambiado tanto como uno quisiera, sobre todo en los más altos escalones. Pero la verdad es que uno mira en la Universidad de Washington realmente es un modelo. De 34 profesores de planta somos 7 u 8 mujeres. Hay un esfuerzo grande por incluir y por atraer mujeres jóvenes y la impresión es que esto sí se ha logrado. Las mujeres sí están haciendo doctorados”, dice Toro.

Aunque se ha dedicado a la vida académica, Toro también cree en la importancia de mostrarle a otras mujeres que es posible avanzar en carreras como la suya o en cualquier otro oficio.

“Todavía nos queda mucho por hacer para balancear el trabajo y la vida familiar, pero creo que siempre se encuentra la forma de que más mujeres puedan tener el tiempo de estudiar y hacer lo que quieren hacer. Yo lo logré y tengo un marido, hijos y hasta perro”, cuenta.

Como parte de su rol para llegar a otras mujeres, Toro ha participado en varios espacios para contar su historia y la de otras mujeres como un podcast que hace ONU Mujeres, la embajada de Suecia, el Mintic y la Consejería para la mujer.

“Últimamente he venido a entender la importancia que tiene la posibilidad de ver a una persona que se ve como uno haciendo a lo que a uno le gustaría hacer. Eso le abre a uno un espacio en el mundo y eso es lo que quiero que otros tengan en el radar”, concluye.

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