Venezuela. “Escuelas de cuencas”, donde los niños aprenden a ‘sembrar el agua’

Un grupo de profesores y ‘conuqueros’ forman niños en los centros educativos para recuperar las cuencas hídricas, como vía para desarrollar un modelo comunitario en armonía con el ambiente.

Las "escuelas de cuencas" donde los niños en Venezuela aprenden a 'sembrar el agua'

Niños llenan un tanque de agua en un vecindario en Caracas, Venezuela.

Desde hace tres años, en Venezuela se realizan encuentros  de las ‘escuelas de cuencas’. Se trata de un proyecto comunal incipiente que crece con la participación de algunas instituciones educativas en el país suramericano. 

La iniciativa está conformada por profesores, conuqueros y colectivos ecológicos que promueven lo que denominan la ‘siembra del agua’, una antigua técnica que en otros países es utilizada exclusivamente para mejorar la producción agrícola industrial.

No obstante, en este país el propósito es otro: formar a niños en diversas escuelas, tanto públicas y privadas, para recuperar las cuencas hídricas, como vía para desarrollar un modelo comunitario en armonía con medioambiente.

“Lo primordial es que aprendan a cuidar, recuperar y a mantener los afluentes que llevan agua hasta las comunidades”, comenta Neris Barboza, una de las coordinadoras del plan concebido desde “la cultura ancestral conuquera en resistencia e insurgencia”. 

En Venezuela, el conuco es un término indígena para nombrar una parcela de tierra donde se cultivan alimentos y se siembran plantas. Los ‘conuqueros’ son aquellas personas con conocimientos empíricos para labrar la tierra en equilibrio con la naturaleza, de acuerdo a la tradición de los pueblos originarios. 

¿Cómo se siembra el agua?

Para sembrar el agua hay diversos métodos, pero el más efectivo es mediante la reforestación, puesto que las plantas luego sirven de canales naturales para infiltrar las lluvias al subsuelo, o preservar los mantos acuíferosya existentes.

No puede ser cualquier plantación. Por esa razón, el proyecto de ‘escuela de cuencas’ en Venezuela ha estudiado y contabilizado “un total de 39 plantas específicas” que sirven para sembrar agua, según detalla Libio Rangel, uno de los promotores.

¿En qué beneficia esto a los ecosistemas? Los coordinadores del plan explican que enriquece a las fuentes de aguas superficiales, reduce el recalentamiento de la superficie del suelo y evita la erosión de las cuencas de ríos, lagos y manantiales. En otros países, agrega Rangel, estas características son estudiadas y aplicadas solo con afán de lucro.

Niños participantes en el proyecto para ‘sembrar agua’. Cortesía Escuela de Cuencas

Sin embargo, en Venezuela los promotores de la siembra de agua se enfocan en aplicarlo en las escuelas por su”impacto directo en las comunidades” donde se encuentran las cuencas. 

“Creemos que la institución en la sociedad que puede sembrar agua es la escuela, no hay duda”, refiere Rangel, quien asevera que si logran diseminar en un niño la cultura de cuidar cuencas, ya es suficiente para que el pequeño se convierta “en un guardián de ríos y manantiales”.  

En un primera etapa, el proyecto ha beneficiado aquellos lugares de la nación caribeña donde escasea el agua debido a fallas en el servicio o por ausencia de tuberías que la lleven a los hogares.

“En algunos lugares se ha recurrido a los manantiales para servirse de agua para su uso y consumo”, indica Rangel, y destaca que las comunidades donde han puesto en práctica la ‘siembra de agua’ se hace un uso apropiado de los afluentes

¿Cómo funciona?

En la actualidad, el proyecto se divide en tres bioregiones: escuela de saberes Turimiquire, en el estado Sucre; escuela Cumbre Adentro, en Yaracuy; y en la escuela Karive, en Miranda.  

“No se trata de sembrar, decir a las cámaras que se cuida el ambiente y olvidarse de eso, como muchas veces pasa”, explica Rangel, quien enfatiza que el objetivo es realmente promover hábitos de cuidado medioambiental a través de acciones concretas en las escuelas.

Lo primero es seleccionar un recinto educativo situado cerca de un ‘ojo de agua’, que es como le llaman a un afluente o una zona donde existe evidencia de acuíferos subterráneos.

Recorrido pedagógico en busca de afluentes. Foto cortesía Escuela de Cuencas

Una vez hallado, organizan un recorrido pegagógico con los alumnos. El paso siguiente es hacer un diagnóstico en el aula para la recuperación y aprovechamiento comunal de agua. Con la participación de los alumnos, los promotores del proyecto construyen lo que llaman un ‘curriculum social’, que incluye la participación de la comunidad más cercana.

“Eso implica intercambiar información sobre saberes, servicios, semillas y sabores locales” de la comunidad, detalla Rangel. Sobre la base de esa información, los encargados del proyecto establecen un propuesta, vinculada con la siembra del agua, que beneficie al colectivo.

Finalmente, su puesta en marcha depende las condiciones singulares del entorno social: “Puede ser aprovechamiento para el conuco de una escuela o para preservarlo como cuenca hídrica de donde se puede servir la comunidad”, cuenta Barboza.  

Los ‘libros vivientes’

No todos pueden ubicar un ‘ojo de agua’. Esa labor, ilustra Barboza, solo la ejecutan los llamados ‘libros vivientes’, conformados por conuqueros, campesinos y agricultores con “comprobada sabiduría popular” sobre cómo cuidar las cuencas hídricas. 

Este ‘libro viviente’ es quien levanta, junto a la escuela seleccionada, un mapa de posibles afluentes. En la evaluación se toma en cuenta qué tipo de planta típica se siembra en la comunidad. 

Los niños y niñas siembran tallos en un vivero y, una vez que crecen, son plantados en las laderas o cerca de los ‘ojos de agua’ previamente elegidos. “Todo ese proceso de semillas, germinación, siembra, traslado, es entre la escuela y el ‘libro viviente’“, acota Barboza.

Otra figura principal es el ‘alumno enlace’. Rangel lo define como el estudiante con “evidente vocación conuquera” que sistematiza “las condiciones particulares de cada escuela y la comunidad”. También es el encargado de llevar las familias al aula para que lo aprendido sea parte de los hogares.

“Es el alumno que gestiona el proyecto no solo en la escuela sino en la comunidad que lo rodea”, expresa Rangel. 

Desde 2016 hasta la fecha, se han abordado más de 200 escuelas entre los tres estados donde el programa tiene presencia. De ese total, 50 centros educativos se mantienen activos con la iniciativa.

Para Barboza, la escuela de cuencas ha tenido un “avance lento” que se justifica porque la tarea no puede hacerse “de la noche a la mañana”. “Esto lleva su tiempo, hay que tener paciencia con el aprendizaje”, agrega.

Modelo venezolano será replicado

El proyecto de ‘escuelas de cuencas’ de Venezuela fue presentado durante el I Encuentro Internacional de Sembradores y Guardianes del Agua, efectuado en noviembre de 2018 en Cochabamba, Bolivia.

En la resolución final del foro aprobaron replicar la experiencia venezolana en otros países, empezando en Bolivia. “La verdad es que las escuelas de cuencas en muchos países no están sembrando agua, de esta forma, no”, enfatiza Rangel. 

Barboza agregó que la propuesta fue acogida, sobre todo por la incorporación de los niños en edad escolar. “Todos los participantes estaban involucrados con la defensa del agua, pero nadie lo había implementado desde lo educativo, y eso llamó mucho la atención”, señaló. 

I Encuentro de sembradores y guardianes del agua en Bolivia. Cortesía Escuela de Cuencas.


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