¿ Y… POR QUÉ NO LUJURIA? Escribe: Juan Carlos Mantilla

Cómo no dejar que la lujuria invada nuestros cuerpos.

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Cómo evitar que el deseo nos invite a cometer un pecado de amor?

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¿Acaso mi espíritu inquieto puede sucumbir ante tu delicada geografía, que, aunque mil veces he explorado quiero siempre volver a recorrer?

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Es imposible dejar de pensar en esas madrugadas donde entre gemidos me pedías más que ser amada, ser poseída con un loco erotismo que te hiciera vibrar de deseo

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Quizás podamos llegar a amarnos, pero por hoy, solo dejemos que tu sexo y el mío sean un amasijo de emociones en deliciosa, pasional, extasiarte y frenética lascivia.

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