En Irak. El Papa FRANCISCO tiende su mano al islam chií, con una visita a su líder espiritual
El pontífice Católico se ha desplazado hasta Nayaf para una reunión sin precedentes con el gran ayatolá Al Sistani
El papa Francisco ha dado un paso histórico en el diálogo con el islam chií al visitar este sábado al gran ayatolá Ali Al Sistani en su modesta casa en Nayaf, la ciudad más sagrada para los chiíes en Irak. El gran ayatolá es la autoridad más respetada dentro de los chiíes iraquíes y su palabra es venerada también en otros países. Jamás había recibido a ningún líder de la Iglesia católica.
Después de encontrarse ayer con los religiosos cristianos del país, este sábado Francisco ha tendido la mano al islam en la segunda jornada del viaje más importante de su pontificado. El encuentro con el gran ayatolá, que nunca aparece en público por su frágil estado de salud a sus 90 años, se ha celebrado de forma completamente privada. Sólo les han podido escuchar sus traductores: la prensa no ha podido presenciar la reunión, de casi una hora. Según ha informado el Vaticano, el Pontífice ha agradecido al gran ayatolá que “levantase la voz en defensa de los más débiles y perseguidos” durante los últimos años de violencia y dificultades. Al Sistani fue una figura clave en la lucha contra el Estado Islámico al pedir a los iraquíes en el 2014 que le combatiesen.
Por su parte, el gran ayatolá ha dicho a Francisco que los cristianos deben poder vivir en paz y “con todos los derechos”. Es un reconocimiento importantísimo para la convivencia de la minoría cristiana en el país, que ha escapado masivamente en los últimos 15 años de guerra y terrorismo en Irak. Para los chiíes -que forman sobre el 65% de la población del país- la visita representa un orgullo y un motivo de esperanza. “Juntos nos enseñan que nosotros, cristianos, musulmanes, judíos, debemos trabajar juntos en lugar de ser enemigos, porque si no lo perdemos todo”, ha comentado a La Vanguardia desde la antigua ciudad sumeria de Ur de los Caldeos el imán chií de Nassiriya, Mohamed Mahdi Mohamed.
Con este encuentro Francisco está acercándose al islam chií después de haber ya firmado un importante documento en Abu Dabi con el gran imán de Al Azhar, Ahmad Al Tayeb, institución de referencia del islam suní. Una de las preguntas del viaje era si se iba a firmar un documento parecido, que al final no ha llegado. Los expertos señalan la delicadeza de una visita de cortesía sin precedentes. Todos los detalles han sido estudiados con la máxima precisión, y una fuente vaticana señala que la organización ha requerido numerosos esfuerzos.
Al aterrizar al Papa le esperaba un cartel con su retrato y el de Al Sistani con un texto significativo: “Hay dos tipos de hombres: hermanos en la fe o iguales en la humanidad”, una cita del imán Ali, yerno de Mahoma, y considerado el primer imán para los chiíes. Por eso, su cementerio en Nayaf es el mayor del mundo musulmán –y posiblemente, del mundo-, ya que muchos aspiran a ser enterrados junto a Ali. Nayaf, centro de peregrinación del mundo islámico, representa el centro de las escuelas chiíes de estudios islámicos junto con Qom, en Irán.
La cuna del imán Ali perdió influencia frente a Qom durante la dictadura de Sadam Husein y el avance de los cleros chiíes con la victoria de la Revolución Islámica de 1979 en Irán. La figura de Al Sistani ha actuado como contrapeso a esta realidad. Y ahora, el paso de Francisco ofrece un reconocimiento internacional hacia la importancia de Nayaf como ciudad de referencia del islam chií.
Desde Nayaf el Papa se ha desplazado hasta la antigua ciudad sumeria de Ur de los Caldeos para presidir un acto interreligioso en un escenario que Juan Pablo II soñaba con visitar durante su peregrinación a los orígenes de la fe. Se trata de unas ruinas arqueológicas con más de 4.000 años de historia donde según las escrituras el patriarca Abraham escuchó el llamado de Dios, y se convirtió así en el padre del cristianismo, el judaísmo y el islam.
Con este profundo significado religioso, el Pontífice ha aprovechado la figura de Abraham para pedir la paz entre las religiones monoteístas y, recuperando el espíritu de su última encíclica, Fratelli Tutti, ha dicho que se deben aparcar las heridas del pasado. “Nosotros, hermanos y hermanas de distintas religiones, aquí nos hemos encontrado en casa y desde aquí, juntos, queremos comprometernos para que se realice el sueño de Dios: que la familia humana sea hospitalaria y acogedora con todos sus hijos y que, mirando el mismo cielo, camine en paz en la misma tierra”, ha terminado el Pontífice.
Este camino de acercamiento con el resto de religiones será seguramente uno de los principales legados del pontificado de Francisco. Pese a mostrar su dificultad a la hora de caminar, un malestar acentuado tras sus últimos dolores de ciática, se le ve absolutamente feliz de contribuir a intentarlo.