ITALIA.Silvio Berlusconi, el inmortal

En Milano Due, el singular barrio residencial que levantó en los setenta, a nadie le importan los escándalos de ‘il Cavaliere’

Silvio Berlusconi, el inmortal

Inhabilitado para ejercer la política hasta el 2019 por fraude fiscal. Expulsado del poder por la presión de los mercados y de unos socios europeos que le dieron la espalda. Investigado por sus negocios. Ridiculizado por las bacanales sexuales con chicas menores de edad en su villa sarda. Intervenido en una operación a corazón abierto.

En una cafetería de Milano Due, el singular proyecto inmobiliario que Silvio Berlusconi levantó en los años setenta, nada de eso importa.

“Sí que da un poco de miedo con todas esas operaciones en la cara”, comentan tres jubiladas que se reúnen aquí dos veces por semana. “Pero con él todavía sabemos que va a gobernar con cabeza, no como el desastre de estos últimos cinco años”, asevera la señora Maria, de 70 años. Lo han votado siempre desde que dio el salto a la política con Forza Italia y lo seguirán haciendo en estas elecciones.

“En realidad no es que haya resucitado, es que nunca se ha ido”, apunta el politólogo Giovanni Orsina

Ni los desafíos políticos, ni los judiciales, ni los personales parecen interponerse entre Silvio Berlusconi y sus ansias de seguir al frente de Italia a los 81 años. “Si gano, lo arreglo todo”, dice constantemente en esta campaña. No va a tener un camino fácil –los sondeos en solitario los lidera el antiestablishment Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Luigi di Maio– y aunque la alianza tejida entre su Forza Italia y los ultraderechistas de la Liga Norte y Hermanos de Italia puedan tener la batuta del Parlamento, la sentencia que lo inhabilitó en el 2013 le impide ser primer ministro.

“Es un hombre muy resistente, con una fuerza personal fuera de lo común, muchos recursos económicos y controla tres televisiones”, valora el politólogo Giovanni Orsina, autor de Il berlusconismo nella storia d’Italia, uno de los mejores libros que se han escrito sobre el ex primer ministro. “En realidad no es que haya resucitado, es que nunca se ha ido”. Ahora se presenta con una varita mágica para los que considera los principales males de Italia, la pobreza y la desocupación de los jóvenes con estudios, la Flat Tax. Es decir, un tipo fijo de impuestos de alrededor del 23% para todos los contribuyentes, que muchos ven una promesa electoral irrealizable. “Al menos lo que sabemos seguro es que bajará los impuestos”, asiente Maria.

Milano Due es otro de los proyectos a priori descabellados, pero luego llevados a cabo, que explican la mentalidad de Berlusconi. Aquí ahora viven unas 2.700 familias de clase media, muchas de ellas las originales que compraron los pisos hace cuarenta años atraídas por el estilo de vida tranquilo a las afueras de Milán. Tiene todos los servicios necesarios: comercios, escuela, hospital, tiendas, farmacias, y hasta un lago artificial con cisnes al lado de zonas verdes para dar paseos. Casi no hay inmigración. Lo más sorprendente es una estructura de puentes infinitos que conectan todas las calles sin que se tenga que cruzar un paso cebra. “Vinimos por la seguridad que ofrecía a los niños”, recuerdan las señoras. “Y hemos sido muy felices”.

  “Yo soy como el buen vino, mejor cuanto más viejo, y ahora soy perfecto”, dice Berlusconi .

El barrio residencial también fue el lugar que acogió la sede de la primera televisión privada italiana, TeleMilano 58, que empezó a retransmitir en 1974. A través de su red llegó el Canale 5, el primer canal privado de alcance nacional, que dio lugar a la revolución de la pequeña pantalla con el imperio de Mediaset, sin el cual es imposible entender el berlusconismo.

Ahora las sedes de Mediaset se encuentran en Cologno, a diez minutos en coche de Milano Due. Allí Paolo Liguori, un viejo amigo de il Cavaliere, dirige el canal de noticias TGCOM24. Antes de entrar a su despacho, en el último piso de una de las torres, sorprende un cartel de Forza Italia, reproducciones de copas de fútbol y varios premios de periodismo televisivo. “Berlusconi está haciendo una campaña fortísima, con una actividad impensable. Es impresionante, parece que haya vuelto el de 1994”, asiente Liguori con desparpajo. Liguori presenta a todo el mundo en la redacción y hace bromas imitando el carisma de i Il Cavaliere. Él también saluda a todos los cámaras antes de entrar en una entrevista televisiva.

El periodista, de 68 años, ha rechazado la oferta de su amigo de liderar la lista de Forza Italia para la región del Lazio –una noticia que también tiene expuesta, con la foto de ambos abrazados, en la pared de su despacho– y aunque no es público, asegura que también le ha ofrecido concurrir al Senado este 4 de marzo. De momento le sigue gustando más la televisión.

¿Pero qué ha llevado a Berlusconi a querer regresar a sus 81 años si no va a poder ser él quien dirija de facto el país? “Su sentido de la responsabilidad”, asegura Liguori. “Mira, te voy a contar algo que no sabe nadie. En una cena hace muchos años, cuando lo había perdido todo, y antes de volver a presentarse, Berlusconi me dijo: ‘George Bush me pidió que pensase en los millones que me habían votado. Y lo hice, no les podía dejar sin referencia’. Ahora le ha vuelto a pasar lo mismo”, recuerda con admiración.

Existen otras teorías. Según Giovanni Orsina, profesor de la prestigiosa universidad Luiss en Roma, le motiva más bien su alta estima personal. “Ya ha pasado tanto que ha superado la fase del ridículo”, cuenta. “Pienso que tiene una increíble pulsión de inmortalidad. Quiere seguir viviendo. Detrás de las operaciones estéticas, de cada renovación política, hay un tema muy humano”, cree.

Tal vez en esta autoestima se encuentra la razón por la que el octogenario Berlusconi todavía no ha designado un sucesor para la derecha italiana. En Italia existe la mentalidad de que los líderes surgen, no se favorecen, en un país donde los movimientos funcionan mejor que los partidos políticos tradicionales. Ahora el nombre que más suena para liderar un futurible gobierno de centroderecha comandado por Berlusconi es el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, del que dicen que personalmente no le apetece abandonar sus responsabilidades en Bruselas. “También es muy amigo mío –alardea Liguori– y sé que si Silvio le dice que no hay nadie más, vendrá”. La nueva ley electoral no les obliga a desvelar el candidato antes de los comicios.

“Ahora mismo votar por Forza Italia es la única opción viable”, cuenta Alberto, un empresario de 54 años que trabaja en las afueras de Milán. “Berlusconi ha cometido muchos errores en el pasado pero nadie más puede resolver la situación de Italia”. Las fiestas del bunga bunga le convirtieron en la broma de mal gusto de Europa, pero muchos italianos no creen que esto condicione el modo de conducir un país. “En privado, que cada uno haga lo que quiera”, dice Federica, una ama de casa de Milano Due a la que no le importa cómo trate Berlusconi a las mujeres. Il nonno(el abuelo), consciente de la masa de votantes que representan, les ha prometido un pensión de hasta 1.000 euros al mes como solución a la baja natalidad italiana.

Tras el surgimiento de líderes jóvenes como Matteo Renzi, Luigi di Maio o su compañero de batallas, el liguista Matteo Salvini, hace meses parecía imposible que el enterrado Berlusconi pudiese volver a protagonizar la campaña italiana. Y aquí está, recorriendo ciudades y estudios de televisión para tener la llave del futuro gobierno en Roma.

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