Protestas pacíficas…
Pese a la pandemia, varias ciudades fueron escenarios de nuevas movilizaciones contra hechos de violencia y las políticas del Gobierno. En Bogotá el balance fue positivo y de paz. Recuento de la jornada de este lunes.
A dos meses del primer aniversario de las históricas movilizaciones del 21 de noviembre, y pasados menos de 15 días de la muerte de Javier Ordóñez, el descontento popular y la protesta volvieron a las calles, pese a ser tiempos de pandemia. Si bien hasta el mediodía de este lunes el balance era de tranquilidad y movilizaciones pacíficas en Bogotá, la jornada fue mancillada por choques entre uniformados del Esmad de la Policía y algunos manifestantes, lo que obligó a la intervención de las autoridades, como lo había anticipado la alcaldesa Claudia López.
Fueron 142 actividades en el país, entre caravanas, marchas y movilizaciones, en las que se calcula participaron casi 5.600 personas. En Bogotá hubo 11 concentraciones y tres marchas que desembocaron en la Plaza de Bolívar, donde hubo protestas contra los excesos de la Policía y la seguidilla de masacres que han sacudido al país.
También para reclamar por el Decreto 1174 de 2020 (que establece condiciones para el trabajo por horas o días), el millonario préstamo del Gobierno a Avianca, la negociación de un pliego nacional de emergencia, que propone medidas económicas y sociales, para hacerle frente a la emergencia sanitaria desatada por el COVID-19, así como el establecimiento de una renta básica por al menos seis meses.
Abrebocas del descontento
Lo ocurrido este lunes es una muestra del malestar ciudadano y la oposición al Gobierno que se vive en el país y que desde ya parece vislumbrarse como el segundo tiempo del paro nacional, que quedó suspendido en marzo pasado por el COVID-19.
No obstante, para la analista y docente Sandra Borda -autora de un reciente libro que, a modo de crónica, analizó lo ocurrido en noviembre pasado- lo que se viene es la definición de una agenda más robusta frente a lo que había a principios de año en materia de reclamos sociales y económicos.
Según Borda, pese a que son consignas comunes, no se pueden confundir las manifestaciones contra la violencia que sacude al país y las demandas del paro. “Los temas se han agudizado por la pandemia y la falta de gestión. Aquí lo problemático es que el Gobierno no parece estar en la tónica de entablar una conversación”.
A su turno, el profesor del Rosario y analista político Mauricio Jaramillo advierte que el Ejecutivo que lidera Duque cerró mal el año pasado en términos de gobernabilidad y manejó muy mal las protestas, por lo que ahora -en un escenario de crisis económica por COVID-19 y los hechos de violencia- se pueden exacerbar aún más los ánimos. “El COVID-19 fue una tregua para el Gobierno frente a las protestas, pero administró muy mal esa pausa. Todo se rompió por la aparición de las masacres, los abusos de la Policía y la reactivación económica en medio de la flexibilización laboral”, opina.
Las protestas de hoy, coinciden los analistas, parecen ser el abrebocas de las jornadas de movilización que se vienen para el país, otra vez, al cierre del año. Si bien hubo hechos de vandalismo y violencia, el balance parece ser positivo y -dado el ambiente de crispación por lo ocurrido con Javier Ordóñez- más que nunca se requiere que prevalezca la tranquilidad y el respeto durante las manifestaciones.
No menos relevante será la actitud que asuma el Ejecutivo ante la reactivación de la protesta social. “Por el confinamiento nos tocó poner muchos derechos en paréntesis, pero ahora se necesita que se garanticen condiciones para la gente y que sean escuchados”, concluye Sandra Borda.